Capítulo 14

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El sol brillaba en el cielo despejado, un sábado ideal para disfrutar, pero en una de las habitaciones de la sección femenina. No se sentía con ánimos de levantarse de la cama. Aun tenia presente el sabor amargo en su boca de la otra noche.

No sabía qué hora era, tampoco se había levantado a desayunar, y su estómago le estaba ideando algo de comer hacía ya media hora pero no quería salir. Aunque tampoco podía morir de hambre. Con pereza se deshizo de las sabanas y arrastras se levantó para ir a la puerta. Pero antes se lavaría los dientes, podía sentir el aliento con el que había amanecido. Lo que la hizo hacer una mueca. 

Fue al baño de las chicas para alistarse y así deshacerse de los enredos en su cabello. Una vez se lavó los dientes y mojo la cara pudo sentirse más despierta y a paso de tortuga fue a la cocina.

Que extraño, no veo a nadie. Pensó extrañada de no ver presencia de sus compañeros hasta que recordó que era fin de semana. 

-Buenas – saludo a la nada y pudo ver a su mejor amiga u otros de sus compañeros.

-Buen día Ochako-chan, kero, kero. Con su mano saludo a Aoyama que disfrutaba de una taza de té. A lo que le sonrió con brillitos sobresaliendo de él. Su atención se deslizo por la sala hasta el reloj que marcaban las nueve y veinte minutos. Aún era temprano. 

-Tsu-chan, pensé que irías a tu casa.

-Sí, solo quería esperarte para despedirme kero – sonrió a su amiga para levantarse del sofá donde estaba sentada - ¿segura que no quieres acompañarme?, hay espacio para uno más en mi casa.

-No te preocupes, estaré bien, además tengo que practicar para inglés – recordó las palabras del rubio y asintió decidida – Por favor, avísame cuando llegues.

-Kero – sonrió feliz para rodear a la chica en un abrazo que fue correspondido.

-Monami, también me retiro – dijo el rubio francés para ponerse de pie y sacar de detrás del sofá una maleta – Prometo traer bellos regalitos.

-Gracias Aoyama-kun.

Uraraka los acompañado hasta las salida y se volvió a despedir. Hasta que los vio alejado fue que entro para percatarse de lo silencioso que estaban los dormitorios. Pero ella estaba acostumbrada a esa soledad, después de vivir sola en un alquiler durante algunos años, tomo aire y fue a la cocina para prepararse el tan esperado desayunado. 

La repostería no era del todo su fuerte pero al menos sabía cocinarse un poco de arroz. Se le antojaba un omelette, así que saco los huevos de la alacena y busco algo para acompañarlo. En lo que ponía el agua a calentar.

-Tal vez deba hacer un budín – junto sus manos – Yesh, ¿Dónde pone Yaomomo los recipientes de aluminio?

Sato tenía los suyos en su cuarto pero Momo había creado algunos para tenerlos a disposición para quien quiera. Se puso a buscar en el teléfono la receta para hacer el budín, ya que internet era más rápido que buscar el libro de recetas. 

Por suerte no hacía falta salir porque los ingredientes estaban.

Primero se concentraría en hacer el postre para la tarde, total había tiempo para el desayuno, y mientras siguiera al pie de la letra la receta. Todo estaría bien. 

Con un poco de minutos antes que fuesen las diez de la mañana, ya tenía el budín de chocolate en el horno, puso el sartén con el aceite para el tocino mientras rompía los huevos y los revolvía rápidamente salpicando un poco el mosaico de la isla junto a su delantal. Tarareaba una canción en lo que hacía todo a la vez.

Más Que Amigos© [Kacchako]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora