Capitulo 12

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Me encontraba acostada en mi cama, me había quedado dormida pero ya había despertado.
Lo único que podía hacer era pensar. Seguramente mi familia, mis amigos e compañeros, deben estar preocupados.

Escuché murmullos detrás de la puerta y que estaban por meter las llaves en la cerradura. Intenté hacerme la dormida.

-Enserio vas a tenerla de sirvienta Rubén?- Habló uno de sus compañeros.

-No, solo se lo digo para hacerla enojar- Rió. Sentí como había otro peso en la cama. Se había sentado al borde de esta. -Mírala, tan indefensa- Nuevamente sentí el tacto de su mano en mi cabello, lo acariciaba.

-Está muy buena eh? Tendrías relaciones con tu enemiga?- Rió.

-Mangel, le tengo unas ganas desde que la observaba durante las noches en su departamento. Creeme, sobran ganas- Su mano fue lentamente recorriendo mi cara hasta llegar a mis labios, los cuáles acariciaba suavemente.

-Lo supuse, de hecho no eres el único, creo que todos estamos igual. En fin iré con los chicos, si necesitas algo avísame- Dió pasos y se escuchó la puerta cerrarse.

Rubén continuaba con sus caricias y poco a poco bajó su mano, recorriendo mi cuello, hasta llegar a mis pechos. Rápidamente me desperté exaltada.

-Qué estás haciendo?!- Me encontraba roja en ese momento. Él rió.

-Escuchaste toda la conversión, verdad?-

-No, estaba dormida- Mentí. -Me despertaste, estabas a punto de violarme!- Me miró a los ojos.

-Ya te dije, que puedo ser lo que quieras pero no un violador...- Se levantó de la cama dirigiéndose hacia la puerta.

-Me ibas a tocar los pechos, maldito!- Grité enfurecida. Él giró a observarme , volvió la vista a la puerta y cerró con llave. Me estaba asustando. -Qué estás haciendo?- Me observó y caminó hacia a mí. Rápidamente me levanté de la cama, para tratar de escaparme. Pero me tomó de los brazos y me acorraló en la pared. Nuestras respiraciones estaban chocando.

-Te vuelvo a repetir nena, no me provoques! Me importa una mierda lo que opines de mí, pero si vuelves a insultarme ten por seguro que te haré sufrir- Me miró desafiante.

-No te tengo miedo- Lo amenacé.

-Ah no?- Me tomó de la cintura y me tiró a la cama. Intenté escapar nuevamente, dando patadas y tratando de pegarle, pero fue en vano. Se puso encima de mí. Una de sus piernas se encontraban entre las mías. Trataba de pegarle pero me tomó de mis muñecas. No podía moverme. -Mírate, en este momento estás totalmente expuesta para mí. Tranquilamente podría hacer lo que quisiera contigo...- Se acercó a centímetros de mis labios. Yo observé para un costado de la habitación, apartando su vista de su mirada que ya odiaba demasiado. Acto seguido, comenzó a besar mi cuello. Con besos largos.

-Detente! Por favor...-Estaba apunto de llorar. Dejó de hacer tal acción y se acercó a mi oído. Podía sentir respiración un poco acelerada, estaba excitado.

-Pero como dije, inspectora. No soy un violador y no haré nada que usted no quiera- Habló en susurros.

Luego de aquello se levantó de la cama, caminó hacia la puerta.

-Ahora te traerán tu comida- Habló frío, abrió y salió. Volviendo a cerrar con llave, dejándome ahí indefensa. Lo único que podía hacer era llorar.

Síndrome de Estocolmo. RDGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora