Capitulo 15

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Estaba demasiado débil. Las chicas habían venido a curarme y en todo el día no supe de ellos, ni de Rubén. Estaba demasiado cansada. Y mi muslo contenia una gasa, que detenía la hemorragia.

Ya era de noche y no podía dormir. Debido a que había dormido todo el día. Aún me daban punzadas en el corte. Siempre me lo prometí por mi trabajo, que iba a ser fuerte. Enfrentar a las personas. Pero Rubén me daba demasiado miedo ahora, por más que lo encare y le conteste. Eso empezaba a odiar de mí.

Cómo era de esperarse se escuchó las llaves para entrar a la habitación. Me volví a hacer la dormida. 

-Oye Rubén- Luzu. Se sentó al borde de la cama junto con él.

-Dime- Me sentía observada.

-Tu sabes que esa mujer se dedica a llevarnos a la cárcel, verdad?-

-Si, lo sé- Habló sin escrúpulos.

-Entonces, cuando vamos a matarla?- Al escuchar eso mis nervios aumentaron y las ganas de llorar se hacían presentes.

-No haremos eso- Pude sentir que estaba sonriendo. -A ello no. Por eso nunca va a salir de aquí. Es seguro y no hay muchas posibilidades de que la encuentren-

-Y por qué ella es una excepción?- Preguntó confundido.

-Porque la quiero para mí. Así que al primero que le toque un pelo, lo mataré- Amenazó.

-Vale, solo...- Soltó un suspiro. -No te enamores Rubén. Es peligroso, estaría todo en juego.- Se escuchó pasos

-Pff- Sopló. -Jamás he tenido amor, Luzu. Igual que todos ustedes-

Salió de la puerta. Sentía la mirada de Rubén nuevamente.
Su mano estaba en mi herida. Tuve que aguantar el tacto de dolor. Esta última comenzó a subir hacia mi cintura, la cuál tocaba con movimientos lentos. Y luego comenzó a subir a mis pechos otra vez. Volví a levantarme.

-Basta!- Ordené enojada.

-Y si no quiero, que?- Me copió. Y sinceramente tenía ganas de escupirle en la cara, pero al mismo tiempo no ya que tenía miedo. -Escuchaste toda la conversión, verdad?- Preguntó serio. Agaché la mirada. Soltó un suspiro. -No voy matarte, porque no quiero- Lo observé. -Pero ya que eres virgen, seguramente nos des mucho dinero- Sonrió. Lágrimas se volvieron a ser presentes. Genial, ahora iba a terminar en la prostitución. -Hey...- Con su mano me limpiaba. -Pero tampoco haré eso- Lo miré a los ojos. -Sabes por qué?- Preguntó. Negué. -Porque eres mía- Se subió a la cama y caminó hacia mí. Retrocedí, para volver a chocar.

-No soy un objeto- Dije con firmeza y miedo. Él ya se encontraba a centímetros de mí. Me tomó de las muñecas y me acostó quedando abajo.
Se acercó la suficiente distancia para escuchar nuestras respiraciones.

-Escuchame, Alison- Al escuchar mi nombre me invadieron los nervios. -Mientras estés aquí, me pertenecerás. No soy un violador, pero se que caerás a mis pies. Y me pedirás que te haga mía. Y prometo que te follaré tan duro que toda Noruega te escuchará gritar- Seguramente estaba roja en ese momento.

-Ni.lo.sueñes- Hablé firme esta vez. Y dirigí mis vista hacia una de las mesitas de la habitación. Él soltó un suspiro de enojo y se fue cerrando la puerta de portazo.

Me senté en la cama y me dí cuenta que la puerta estaba sin llave. Tenía que buscar un teléfono y llamar a la policía. Era mi oportunidad.

Síndrome de Estocolmo. RDGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora