Capitulo 14

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Durante el día, dos sirvientas que ellos tenían, me atendieron para poder ayudarme a curar. En ese momento una de ellas me había traído una sopa y me digné a preguntar.

-A dónde se fueron?- Curiosa, tomé un sorbo de la comida.

-No especificaron señorita, solo dijeron que iban a atender unos asuntos- Dijo mientras limpiaba la habitación.

-Seguramente a matar más personas inocentes- Hablé furiosa. -Son unos malditos-

-Lamento inspectora, no puedo meterme. Yo solo trabajo- Habló embosando una pequeña sonrisa. -Bueno, ya me tengo que retirar junto con mi compañera- Tomó la bandeja con el plato vacío.

-Muchas gracias- Agradecí con una sonrisa.

-No hay de que- Emitió la misma acción. Iba a tomar la llave para dejarme encerrada.

-No! Por favor! No me encierres!- Ella me observó con culpa.

-Perdoname, no quiero que me despidan- Cerró. Por lo menos lo intenté. Aún seguía indefensa y con dolor de cabeza para tratar de buscar una forma de escapar. Pero me la jugaba. Rubén era capaz de muchas cosas y ya me lo ha demostrado. Tenía miedo y demasiado.
Aún temía por lo que me esperaba por haber intentado escapar. No sabía que hacer, solo espero que me encuentren rápido.

Dormí todo el día, mi cabeza me mataba aún. Tomé una pastilla que había en la mesita de luz. Lo tragué junto con agua.

Escuché que habrían la puerta y entró Rubén junto con cuatro de sus compañeros, uno era Mangel y los otro aún no lo sabía.

-Qué es lo que quieren?- Me tomaron de los brazos y las piernas. Yo trataba de liberarme todo el tiempo. Daba patadas y movimientos bruscos. -Sueltenme!!! Bajenme!! Auxilio!!- Gritaba como una imbécil.

Me llevaron a unas escaleras que conducían hacia un sótano. Dónde se hallaban los demás.Me sentaron a una silla, intentaba defenderme pero era imposible. Me ataron de manos y pies.

-Sueltenme ahora!- Grité desafiándolos.
Rubén se acercó y se agachó a mi altura.

-Te acuerdas que te dije que tarde o temprano tendrías tu castigo?- Mi rostro cambió a uno de miedo. El sonrió.

-Q... Qué va...n a hacer?- Pregunté con una oleada nervios y miedo.

-Primero te presentaré a los demás, ellos son Alex, Mangel, Samuel, Frank, Cheeto, Guillermo y Luzu- Bajé la cabeza, me sentía muy indefensa en ese momento.

-Guille traeme el cuchillo- Ordenó aún con su mirada en mí.

-Qué?! NO NO! POR FAVOR!- Estaba llorando, asustada, mi muerte se veía a kilómetros. -POR FAVOR! PROMETO QUE NO VOLVERÉ A ESCAPAR! POR FAVOR!- Mi llanto era lo único que se escuchaba entre las paredes.
Una vez con el cuchillo en la mano, hizo un seña para que me taparan la boca. Me intentaba mover pero era imposible. Rubén se levantó y caminó a mi alrededor.

-Te dije que no me provoques, pero no hiciste caso- Pasaba el cuchillo alrededor de mi cuello. Lo único que podía hacer era llorar y esperar mi muerte. -Desobedeciste- Paró en seco enfrente de mí, nuevamente de arrodilló. Con el objeto me levantó el mentón. Y lo observé con miedo. -Por qué es tan desobediente, inspectora?- Solo lloraba. Bajó el cuchillo hacia mis pechos. -Esto es por desobedecerme- El filo se encontraba en mis muslos y sin ningún remordimiento, hizo una línea en mi pierna. Acto que hizo que gritara del dolor. Aunque no se me entendiera ya que mi boca aún seguía tapada con una cinta. Lloraba el dolor era insoportable, me estaba lastimando demasiado. Él me observó, me miró a los ojos. -No voy a matarte- Habló firme. -Pero si vuelves a desobedecer, ya sabes lo que pasa- Me señaló con el cuchillo mientras me hablaba. -Desatenla y llevenla a su cuarto, que las sirvientas la curen!- Ordenó. Mi corazón latía a mil quería que esta pesadilla se termine. Ellos definitivamente estaban dementes.

Síndrome de Estocolmo. RDGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora