Capitulo 1

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Amanecí con dolor de cabeza, en cualquier momento iba a comenzar a llorar por aquello. Mi asistente me había llamado para recalcar que tenía que estar de licencia porque hace un mes había quedado embarazada. La felicité, no soy la típica jefa que se enojaría por no haberle avisado, en mi caso todo lo contrario.

Tomé aire y me digné a levantarme de mi gran acogedora cama. Estaba demasiado cansada para trabajar hoy, pero como jefa, si yo no estoy ahí, todo se iría a la mierda y no me apetece lidiar con eso en estos momentos. 

En la cocina, apreté el contestador para escuchar todos los mensajes del día como lo hacía habitualmente. El primero era de mi madre diciendo que quería que la visitara ya que se acercaba el cumpleaños de mi padre y obviamente tenía que ir. El segundo era de mi asistente avisando lo de su embarazo y que ya había conseguido un reemplazo. Y por último el otro mensaje provenía de mi trabajo el cuál querían ofrecerme una propuesta. Mientras bebía mi café escuchaba el último mensaje y al terminar de reproducirse rodeé los ojos. 

-Con qué me vendrán ahora?- Me pregunté a mi misma.

Al llegar al edificio donde trabajaba, aparqué mi auto y de lejos observé al señor Garmendia. Un compañero mío que era bastante bueno en el trabajo y muy amable. 

-Espera!- Grité para que aún no apretara el botón del elevador. Corrí hacia allí.

-Valla inspectora, no la había visto- Afirmó divertido.

-Si ya lo noté- Reí una vez en el elevador. 

-Le tienen un nuevo caso- Habló cambiando de tema. Yo suspiré pesadamente.

-Si ya lo sé, seguro se querrán aprovechar como lo hacen siempre- Dije molesta.

-Suponía que iba a decir eso, pero déjeme afirmarle que este es diferente, muy diferente a lo usual- Salió con una sonrisa para dejarme con la palabra en la boca. Yo solo lo observé confundida y pensé; ¿con que un caso inusual eh?

Al entrar a mi oficina me acomodé y comencé a organizar el escritorio. Cuando se escuchan tres golpes en la puerta. Camino a abrir, encontrándome a Germán junto con la señorita Lenay Chantelle y una chica rubia que desconocía.

-Podemos pasar?- Preguntó Germán con una sonrisa en su rostro. Asentí con la misma expresión.

-Cómo estas Ali?- Preguntó Lenay con una sonrisa. A pesar de nuestro trabajo, nos llevábamos muy bien fuera de este, no reuníamos para tomar algo por ahí y salir.

-Cómo están ustedes?- Pregunté amablemente sentandome en mi silla, ellos imitaron mi acción. -A qué se debe su visita?

-Bueno, me presento me llamo Lana Holmes, soy la sustituta de su asistente-Afirmó con una sonrisa, se notaba que era una chica muy amable, transmitía confianza.

-Es un placer señorita Holmes, Alison Parker- Estrechamos nuestras manos. -Espero incluso podamos ser amigas- Ella respondió con una sonrisa.

-Bien! Inspectora supongo que sabe por la cual estamos aquí- Se señaló y a Lenay.

-A que caso consideras diferente?- Pregunté tirando mi cuerpo hacia atrás en el asiento. Sabía perfectamente porque venían.

-Aunque te parezca lo mismo de siempre, no lo es- Afirmó la ojiceleste con seguridad. Suspiré.

-A ver qué?-

-Alison te convocan por la desaparición de José Rivera- Me sorprendí.

-Él multimillonario?- Ellos afirmaron.

José Rivera lleva desaparecido desde hace una semana, lo había visto en la televisión. No sabía si considerar su caso ya que no me había llamado tanto la atención, incluso la policía había dicho que se haría cargo. Pero por qué me quieren a mi?

-Por qué me llaman a mi? No sé suponía que la policía se haría cargo de ese caso?-

-Supongo que necesitan ayuda- Afirmó el castaño.

-No lo sé- Dije dudosa. Nunca me habían llamado por alguien reconocido nacionalmente, y mucho menos si se trataba de un multimillonario. -Lo pensaré- Ellos se miraron entre sí.

-Está bien inspectora, pero nos dieron tres días para afirmar si acepta- Afirmó preocupado.

-Él miércoles tendrán mi respuesta- Dije levantandome de mi asiento y buscar unos papeles en mi biblioteca.

-Está bien, vamos- Ambos se fueron, menos la señorita Holmes.

-Necesita algo señorita Parker?-

-Me puedes traer un café?- Pregunté amablemente. Está asintió y salió de la oficina.

Volví a sentarme, es increíble, por qué la policía me llamaría por una desaparición muy grande. Desde que salió al aire su investigación, sabía que conmigo jamás contaría. Debía admitir era reconocida, invistigué casos que nadie se atrevía y ayude a demasiada gente. Y por eso me sentía feliz conmigo misma.
Pero jamás si se trataba de una persona multimillonaria, como José Rivera.

Síndrome de Estocolmo. RDGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora