Capitulo 22

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Aparté la mirada. Observé su escritorio por unos segundos. Si aceptaba, no tendré nada que ver con ellos una vez me libere o me encuentren. Pero aún así irán a la cárcel, sin importar que. Asesinar es un delito, y ellos ganaron en aquello.

-Está bien, lo haré- Nuestras miradas cruzaron. -Pero prométeme que ese hombre, no va a tocarme...-Mi mirada fue casi de súplica. Alison Parker pidiendo algo a una persona macabra como él. Increíble.

-Lo prometo- Nuevamente esa mirada se volvía sincera y algo extraña. Ya que Rubén era un hombre que transmitía todo lo contrario a aquello. Lo mire a los ojos, para luego salir de esa burbuja que se había establecido entre ambos. Fui hacia mi habitación.

Pensar todo este tiempo sobre aquella "misión" que se me había consedido era una sumatoria de pensamientos de todo tipo. Estaba demasiado nerviosa.

Al pasar la madrugada no podía dejar de pensar en lo que ocurriría esa misma noche. No pude dormir. Estaba acostada en mi habitación pensando. No estaba segura de haber hecho lo correcto, pero suponía que si.

Al despertar, oí la voz de Rubén, Mangel, Samuel y Guillermo. Habían entrado a mi habitación. Me levanté poco a poco y los observé.

-Buenos días Alison- Habló Guillermo con tono de sarcasmo. Rodeé los ojos. -Toma- Dejó una caja encima de la cama.

-Qué es esto?- Me estiré para acercarlo.

-Es el vestido que utilizarás esta noche, al igual que los zapatos- Dijo Rubén serio. Asentí y me levanté de la cama. Abrí la caja, ellos aún seguían allí observándome. Para encontrarme con un hermoso vestido negro, juntos con zapatos del mismo color. Lo tomé con ambas manos para darle un recorrido con la vista.

-Es muy bonito...-Hablé sincera. Los miré. -Solo espero que esto no se les haga costumbre-

-A qué te refieres?- Preguntó Mangel.

-No voy a volver a ayudarlos otra vez- Rubén cruzó sus brazos.

-Tranquila es solo por esta vez que necesitamos ayuda femenina- Sonrió. -No te volveremos a molestar- Estúpido.

-Que gracioso eres- Dije sarcástica.

-Avísanos si ese vestido te queda bien, no quiero quejas después- Habló mientras se retiraba junto con los demás. Él último antes de irse fue Samuel, quién me guiñó el ojo y se retiró cerrando la puerta. Otro imbécil.

Caminé hacia el baño y procedí a darme una ducha larga. Estaba demasiado nerviosa por esta noche que sinceramente prefería quedarme y dormir. Pero tarde ya había aceptado. Pensar que ese hombre puede llegar a hacer cualquier cosa que no quiero, me ponía aún más nerviosa.

Me probé el vestido. El color negro uno de mis favoritos para la ropa. Era largo y entallado. No me gustaba aquello, pero no podía decir nada. En si me quedaba bien.

En todo el día no dejaba de pensar en aquello. Rubén me explicó cómo será todo.
Resulta que ellos están invitados a aquella fiesta y yo pasaré siendo su acompañante. Así es, acompañante de los ocho. Que gracioso verdad?

Llevaba un buen rato preparándome, incluso más de lo debido. Seguramente me estaban reprochando.
Me observé por última vez en el espejo. Cabello al costado, maquillada con ojos de color negro y labios rojo sangre. Zapatos con tacones, para mí suerte cómodos.
Dí un gran suspiro y abrí la puerta. Caminé por el pasillo. Comencé a bajar las escaleras lentamente para no caerme. Y visualice a los demás. Traían trajes que, a decir verdad, no les quedaban nada mal.
Cheeto me observó primero e dijo algo que ocasionó que todos imitaran su acción.Verme bajar embobados, que "tiernos". Rodeé los ojos al llegar al suelo.

-Ya estoy aquí- Dije borde. -Nos vamos?- Pregunté sin respuesta. Caminé hacia la salida sonriendo algo triunfante. Hasta los asesinos caen en el poder que tenemos las mujeres.

Síndrome de Estocolmo. RDGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora