Capitulo 16

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Me levanté de la cama rápidamente. Y a pesos lentos caminé hacia la puerta, me asomé para asegurarme de que no haya nadie. Y salí. Caminé a pasos rápidos por el pasillo, bajé las escaleras con cuidado y escuché a Alex y Cheeto hablar en la sala.

-Averigué sobre la inspectora- Habló el de mediana estatura.

-Y?- Preguntó con intriga mientras bebía una cerveza.

-Pues nada interesante, solo decía que tubo dos novios en su vida y que uno de ellos le rompió el corazón- Habló en tono de burla.

-Con lo buena que está y nadie la aprovechó- Rió, dios serán hijos de...

-Según Rubén es difícil- Volvió a reír. -Seguramente por eso se fué- Levantó la cejas.

-La está pasando bien por lo menos- Dió un trago de su bebida.

-Chicos!- Los llamó Samuel de lejos. -Vamos hay que ir a hacer un negocio con otro millonario- Ay no! Otra vez, matarán a otro.

-Pero, Rubén no está- Habló Cheeto.

-Dijo que nos vería allá. Por lo menos este vive aquí en Noruega- Estos dos últimos afirmaron y se fueron. En señal de que ya podía salir de mi escondite. Escuché la puerta cerrarse. Caminé con algo de miedo y de lejos observé un teléfono. Troté hacia él. Y marqué a la policía. Pero no sonaba, estaba descompuesto. Solté un suspiro de enojo. Busqué con la mirada si había otro teléfono pero no. Seguramente había en el despacho que tienen ellos, al igual que mi móvil. Pero de seguro estaba con llave.

Estaba sola en la casa, así que podría inspeccionar sin ningún problema. Subí las escaleras y me dirigí hacia el despacho. Con esperanzas de poder salir.

Llevaba media hora intentando abrirla pero era imposible. Regresé a la sala, y caminé hacia la cocina. Había otro teléfono. Sabía que en Noruega no iban a entender mi idioma, así que marqué el número de mis padres.

-Contesten. Por favor, contesten- Decía con esperanzas. Atendieron. Con pizca de alegría. Hasta que escuché su voz.

-Buen intento Alison- Habló del otro lado de la llamada. -Felicidades, es muy lista- Solo me digné a llorar. Colgó la llamada. Definitivamente estaba perdida.

-Buscabas algo? Inspectora?- Me dí la vuelta lentamente, estaban todos allí. En su mano tenía mi móvil. -Crees que soy tan idiota, para dejarte que te salgas con la tuya?- Preguntó caminando hacia mí. -Parece que no eres tan inteligente y además de eso, olvidadiza- Señaló la cámara de seguridad que estaba en la esquina de la pared, en el techo. Lo miré con odio.

-Pues tú, dejaste mi puerta sin llave- Dije encarándolo. -También eres olvidadizo- No sabía dónde había sacado ese coraje para enfrentarlo. Mi limpié las lágrimas y comencé a caminar. Ignorándolos. Subí las escaleras y me dirigí hacia mí habitación.

Narrador omnisciente

Todos se quedando observando como Alison se iba. Apreciando su hermoso cuerpo, que gracias a su camisón se podía imaginar aún más.

-Qué carácter- Soltó Frank. -Pedazo de mujer, no Rubén?- Lo observó. Este último tenía una mirada seria. Pero asintió.

-Si, es muy difícil. Síganme- Les ordenó. Caminaron hacia la sala. Y se sentaron en la gran mesa de madera. -Escuchen, voy a dejar que Alison esté en la casa. De todas formas hay cámaras de seguridad por todas partes, estará vigilada. Y en base a eso, ninguno va a poder tocarla, ni nada- Dijo serio.

-Si, lo sabemos te escuchamos las primeras quinientas veces- Habló Guillermo de brazos cruzados y apoyado en la silla.

-Y no la venderemos? Es virgen, darán mucho por ella- Preguntó Mangel.

-No, no la vamos a vender. Estaría aquí con nosotros y no se moverá a ninguna parte- Recalcó firme.

-Y por qué tanto interés por ella, Rubén?- Preguntó Samuel.

-Esa mujer es inspectora de policía, es reconocida. Podríamos venderla aquí en Noruega? Si. Pero no lo haremos, dinero nos sobra. No podrán hacerle nada, porque yo no lo autorizo. Sin quieren follar, llamen a una prostituta, no a ella. De acuerdo?- Los demás asintieron.

-Pero no haz respondido mi pregunta- Volvió a hablar.

-Porque no quiero arriesgarme, okey? No quiero ir a la cárcel, como supongo que tampoco ustedes- Se levantó del asiento y caminó hacia la habitación de la chica. Dejando a sus compañeros pensando.

Síndrome de Estocolmo. RDGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora