Caminé hacia el armario, para observar que ropa contenía. Lo único que había era un suéter, dos shorts muy cortos para mí gusto y una remera de color negro. Necesitaba ropa si iba a quedarme a aquí por quién sabe cuánto.
Había solo un conjunto de ropa interior el cuál era de color negro con detalles rojos muy pequeños.
Lo tomé y entré al baño para probármelo.Cuando salí me observé en el espejo que hay en la habitación. De verdad era muy bonito.
Escuché, como ya de costumbre, habrían la puerta. Rápidamente corrí hacia la cama y me tapé hasta el cuello.
Rubén entró y cerró la puerta con llave.-Oye! Deja de entrar sin tocar!- Exclamé enojada.
-Es mi casa, y hago lo que quiero- Se sentó al borde de la cama.
-Qué es lo que quieres ahora?- Él me observó de arriba a abajo.
-Estas en ropa interior?- Preguntó. Pude observar como sus ojos se hacían cada vez más negros.
-No te importa- Tomó la manta rápidamente y la jaló, dejando ver cómo estaba en ese momento. Mordió sus labios. Me tapé con mis brazos y junté mis piernas. -No mires!- Subió su mirada hacia mis ojos.
-Puedo preguntar nena...- Comenzó a acercarse a mí. -Por qué me provocas?- Preguntó una vez en mi oído. Lo que provocó que me ponga nerviosa.
-No te estoy provocando, así que no te sientas importante!- Traté de empujarlo, tomó mis manos y las puso sobra mi cabeza.
-A quién provocas entonces?- Habló con un tono de enojo. Ya me estaba sacando de casillas otra vez.
-A nadie! Alejate de mí!- Lo empujé un poco, le solté una cachetada. Él se quedó observando hacia un punto. Me observó y sonrió.
-Vaya vaya, inspectora- Se levantó de la cama y caminó hacia la mesita que había al un lado de la cama. Tomó una soga y un pañuelo. No sabía que estaba eso allí. -No debió hacer eso...-Me levanté rápidamente y corrí hacia la puerta. Él me tomó por detrás, me cargó como una bolsa de papas.
-Bájame! Rubén!- Me tiró a la cama, y tomó una jeringa. La inyectó en mi brazo. -Qué... Que me hiciste...- Mi cabeza me daba vueltas nuevamente. Él no contestó. Poco a poco comencé a cerrar mis ojos.
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Abrí mis ojos, la habitación solo se iluminaba con la lámpara de la mesita. Estaba recuperando la conciencia, hasta que traté de levantarme. Observé mis manos estaban atadas a la cama, igual que mis pies. Traté de moverme, pero no podía.Escuché la puerta del baño abrirse. Rubén salió con la toalla envuelta en su cintura. Con el cabello mojado. Se podía apreciar su torso, bastante bien trabajado. Pero eso no era lo importante ahora mismo. Volví a tratar de soltarme, haciendo movimientos con las manos.
-Ya despertaste- Caminó hacia la cama y se sentó en la punta de esta.
-Sueltame, ahora- Ordené enojada.
-Ya te dije que no recibo órdenes tuyas- Habló serio. -Tendrás otro castigo por lo que hiciste-
-Por qué no me matas de una vez?- Dije con coraje. Apunto de derramar lágrimas también.
-Porque no me apetece Alison- Se acercó nuevamente. Otra vez intentaba moverme pero no conseguía nada. Él ya se encontraba encima de mí.
-Dijiste que no me harías nada que no quisiera- Lo observé con miedo. Él rió.
-Exacto, pero esto es un castigo- Se acercó a mi oído. -Tú misma te lo buscaste. Tomó el pañuelo y me lo colocó en los ojos.
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Síndrome de Estocolmo. RDG
Hayran KurguAlison Parker una de la inspectoras más famosas de España, la convocan para la investigación de un multimillonario desaparecido. Ella al aceptar el caso le lleva al peor momento de su vida, recibiendo llamadas con amenazas de muerte y de violación...