Capitulo 24

23 1 0
                                    

Abrí poco a poco mis ojos. Observé a mi alrededor, me encontraba en mi habitación. Mi cabeza me mataba. Estaba algo adolorida. Comencé a sentarme poco a poco en la cama, me dolía el cuerpo y estaba algo mareada. Observé a mi alrededor. Recordé lo ocurrido la noche anterior. Seguía aún abrumada por aquello.

Mi vista se fijó en la ventana, la luz del sol se hacía presente. Habían levantado las persianas.
Me levanté. Visualicé la puerta y caminé hacia ella.

Me dirigí por los pasillos de la casa, hasta las escaleras. Seguía aún mareada, por lo tanto casi tropiezo en estas. Bajé con cuidado.

Caminé hacia el comedor y observé a los muchachos hablando sentados. Cómo en una especie de reunión. Lo único que pude decir fue:

-Qué, qué pasó?- Toqué mi cabeza con mi mano, el mareo aún seguía molestando. Todos callaron al escuchar mis palabras.
Rubén se levantó de su asiento y se acercó a mí.

-Qué haces fuera de la cama? Estás débil...- Habló con su tono frío de siempre.

-Estoy bien...- Dije molesta. De reojo observé a los demás. -Qué sucede?

-Nada que te interese. Ahora sube a tu habitación- Se dió media vuelta para regresar a su maldita junta. No sabía dónde había sacado el coraje para llamarlo. Me observó y se llevó la cachetada de su vida.

-Uhh- Habló Frank.

-Punto número uno, Doblas, te ayudé en un plan como tú maldita carnada y ni siquiera me das las gracias. Maldito imbécil!- Contaba con mis dedos. Él yacía parado observándome sorprendido y molesto.- Punto número dos! Me importa nada lo que hablaban, pero mientras me tengas encerrada aquí el resto de mi vida, verás que puede lo ser una maldita perra si quiero! Y punto número tres! Vete a la mierda!- Salí de allí hecha furia. Caminé hacia mi habitación e hice sonar la puerta con un portazo.
~~~~~

Los muchachos yacían bastante sorprendidos por la conducta de aquella mujer, que hacía volver loco a más de uno.

-Es igual de enojona que tú Rubén- Rió Alex.

-Qué carácter- Habló Luzu.

-Auch- Rubén volvía a tomar asiento. Sobándose su, aún, dolorida mejilla.

-Te dolió?- Samuel, los demás rieron.

-No me lo esperaba para nada. Cuál es su problema?- Volvió hablar el ojiverde.

-Pues tú te lo buscaste- Mangel se acomodó en su asiento.

-Qué?-

-No debiste haberle hablado de esa manera, ella solo te hizo una pregunta- Willy.

-Desde cuando les importa como le hablo?-

-No es por eso, solo que ella nos ayudó. Debiste aunque sea decirle un simple "Gracias"- Hizo comillas con sus dedos. Rubén rodó sus ojos.

Síndrome de Estocolmo. RDGDonde viven las historias. Descúbrelo ahora