30. El invierno llegó

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—¿PERO QUE LE HAN HECHO A MI CIUDAD?

Aparto a Michael Yew (un agradable hijo de Apolo) de unos binoculares y echo un vistazo. El tráfico se había detenido en las calles. Los peatones estaban tendidos en las aceras o acurrucados en los portales. No se veían signos de violencia: ningún destrozo ni nada parecido. Era como si todos los habitantes de Nueva York hubieran decidido dejar sus asuntos para desmayarse.

—¿Están muertos?

Percy negó levemente con la cabeza, tendiéndole de regreso los binoculares a Michael a la vez que el miedo lo embargaba completamente.

Annabeth por el contrario, parecía relajada debido a la calma que expresaba a través de sus orbes grises.

—Lo mejor es que estuvieran muertos— soltó de golpe la chica, encontrando por fin las fallas que habían dejado pasar— Están barados en el tiempo.

El hijo de Poseidon escucho varias exclamaciones de sorpresa y miedo por parte de sus compañeros,los murmullos extendiéndose por todo el silencioso Nueva York , que ahora lo rodeaba una suave capa dorada resplandeciente.

—El invierno llego.

Nadie entendio lo que dijo, algunos empezaron a mirar a su alrededor buscando a Quione pero el chico miraba detenidamente la capa dorada que rodeaba todo Nueva York.

Al final fueron de regreso a la avenida donde habían varado, teniendo cuidado de no tocar ninguna cosa por temor a ser expuestos de nuevo a un  hechizo.

Cuando los vio venir, Argos revolvió en la trasera de su furgoneta, sacó un escudo de bronce y se lo entregó a Annabeth, cuando lo depositó en el suelo,  mostró la estatua de la Libertad que no estaba cerca ni mucho menos.

—¡Vaya! —exclamó Percy—. Un vídeo-escudo.

—Una de las ideas de Dédalo —dijo Annabeth— Puedes ver literalmente cualquier objetivo que se encuentre bajo el cielo, siempre, eso sí, que lo toque la luz natural. Mira.

Primero mostró el zoo de Central Park, luego descendió por la calle Sesenta Este, pasó por Bloomingdale's y dobló en la Tercera Avenida.

—¡Hala! —exclamó Connor Stoll—. Retrocede un poco. Enfoca ahí

—¿Qué? —preguntó Annabeth, nerviosa—. ¿Has visto invasores?

—No, ahí, en Dylan's, la tienda de golosinas. —Miró a su hermano con una sonrisa—. Está abierta, colega. Y todos los dependientes dormidos ¿Me lees el pensamiento?

—¡Connor! —lo reprendió Katie Gardner—. Déjate de bromas, esto es muy serio. ¡No van a saquear una tienda de golosinas en medio de una guerra!

—Perdón —musitó Connor, aunque no parecía muy avergonzado.

Annabeth pasó la mano frente al escudo y apareció otra imagen.

❝ WEIRD ❞ Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora