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ELLA ODIABA LAS ESCUELAS MILITARES.

Siempre tan estrictos, tan disciplinados, tan correctores que mareaban a Cora.

Una cosa curiosa de las escuelas militares: los chicos se vuelven completamente locos cuando un acontecimiento especial les permite ir sin uniforme.

El suelo del gimnasio estaba salpicado de globos negros y rojos, y los chicos se los lanzaban a patadas, o trataban de estrangularse unos a otros con las serpentinas que colgaban de las paredes. Las chicas se movían en corrillos, como siempre; llevaban bastante maquillaje, blusas con tirantes finos, pantalones llamativos y zapatos que más bien parecían instrumentos de tortura.

De vez en cuando rodeaban a algún pobre infeliz como un banco de pirañas, soltando risitas y chillidos, y cuando por fin lo dejaban en paz, el tipo tenía cintas por todo el pelo y la cara llena de grafitis a base de pintalabios.

Afortunadamente Cora era la persona más "decente" que había en esa escuela. No llevaba maquillaje exagerado, ni tacones tan altos, y tampoco llevaba un vestido extravagante o lleno de pedrerías.

Solo llevaba un vestido amarillo–su color favorito– y el pelo suelto.

Ni quería estar ahí, si ella pudiera ahorita mismo estaría durmiendo en su habitación o comiendo.

Así que hizo lo que toda persona "normal" haría en un baile; ir a la zona de la comida.

Dejó a Zack con Bianca y Nico, y ella se encaminó a la mesa de postres, lo único bueno de ese baile.

Empezó a comer como dios mandaba, mirando alrededor buscando algo con que distraerse, porque no podía pasar toda la vida comiendo aunque quisiera.

Pero algo que vio casi hizo que tirara su brownie, asegurándose que era cierto, de tallo los ojos esperando que no sea una ilusión.

No lo era.

Mierda.

¿Que hacía el aquí? Ni siquiera pertenecía al internado, es más, dudaba que el existiera.

Esto tenía que ser una jodida broma.

Se metió el brownie a la boca y a paso rápido se acercó a él, decidida a buscar respuestas.

Pero una mano la detuvo, volteo a ver y era el director Espino.

—Tenemos asuntos que tratar, señorita Belice.

Sin tiempo de protestar, el director Espino arrastró a Cora afuera del lugar.

No le dio tiempo de protestar, porque tan pronto salieron, el directo Espino le clavo una espina (irónico) en su hombro.

No se había desmayado, estaba consciente de lo que pasaba a su alrededor. Como el director espino se transformaba en una bestia, su cara seguía igual pero su cuerpo era el de un león con una larga cola de escorpión que disparaba púas venenosas. En su forma de animal también conservaba los ojos de colores diferentes, uno castaño y el otro azul.

❝ WEIRD ❞ Percy JacksonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora