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DESPUÉS DE RECORRER TODO EL LABERINTO, SE ENCONTRABA CON ANNABETH Y PERCY A SOLAS.
Por un lado, Annabeth no paraba de lanzarle varias miradas, pero la chica solo se dedicaba a mirar el piso en busca del diminuto arácnido de metal.
Por el otro, Percy también le lanzaba miradas pero las suyas eran de preocupación. Maldice el día en que se abrió una vez al chico, porque conoce todas las reacciones que hace.
Sabe lo que le molesta, lo que le agrada, sus películas favoritas, sus artistas, como reacciona ante diversas situaciones, que le pone triste, sabe casi todo de ella.
El durante el camino intento hablarle, pero la chica solo la ignoraba.
Apolo seguía insistiendo que debía hablarle al hijo de Poseidon, pero Cora solo lo ignoraba y se dedicaba a observar por donde pisaba para no tropezar por error y caer en alguna trampa del laberinto.
Después de que Tyson y Grover fueron a buscar a Pan, se quedaron los tres juntos persiguiendo la araña para llegar a la fragua de Hefesto.
Desembocaron en una caverna del tamaño del estadio de la Super Bowl. La araña se detuvo y se acurrucó hasta formar una bola. Habían llegado a la fragua de Hefesto.
Estaban en una cresta rocosa que rodeaba todo el perímetro de la caverna. Una red de puentes metálicos se extendía sobre el abismo. Y en el centro, una inmensa plataforma con toda clase de maquinas, calderas, fraguas y el yunque más grande que han visto en la vida: un bloque de hierro como una casa.
Unas criaturas se movían por la plataforma: a simple vista ninguno de los tres podía identificar que monstruo era, pero Cora tenía la vaga idea de que criatura podía ser.
Pero no podía alterar el destino, tenía que pasar como estaba predicho.
—No podremos acercarnos a hurtadillas —dijo Percy.
—Yo sí. Espera aquí—exclamó Annabeth.
—¡Un momento! —advirtió. Pero, antes de que pudiera discutir, se puso la gorra de los Yankees y se volvió invisible.
Ahora estaban ellos dos solos.
No habían compartido tiempo desde hace siglos, siempre estaban en compañía de alguien mas como Tyson o Grover, tampoco es como si la rubia quisiera pasar tiempo a solas con el, pero solo por hoy tuvo que hacer una excepción si quería que el plan funcionará.
—Tenemos que avanzar—declaró y señaló al frente. Percy asintió y se deslizaron sigilosamente por la cresta que bordeaba el lago de lava, con la esperanza de encontrar un ángulo más favorable desde donde observar la plataforma.
