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MIRANDO A SU LADO, PUDO OBSERVAR A LA RUBIA ESTABA A PUNTO PERDER LENTAMENTE LA VIDA.
Soltó un suspiro, acariciando con su mano la mejilla de la chica a la vez que dejaba un casto beso en su frente.
—Tenemos que irnos.
Thalia asintió y se encaminaron hacia Prometeo, que venía acompañado de Ethan y dos empusas con una gran bandera blanca.
—Soy Prometeo, y he venido para pedir su rendición en honor a nuestra gran Titan Cronos.
Percy alzó una ceja jugueteando con sus dedos, hace poco habían sido masacrados por su ejército y eso lo había dejado en estado de shock. Nunca había visto tantas personas morir en tan poco tiempo.
La situación fue un poco acalorada pero Percy se mantuvo firme a su decisión; estaba dispuesto a no rendirse.
—Si cambias de opinión —dijo Prometeo—, tengo un regalo para ti.
Apareció una jarra griega en la mesa.
Grover gimió nada más verla. Thalia sofocó un grito.
—No será…
—Sí —dijo Prometeo—. La has reconocido. Era de mi cuñada —explicó Prometeo—. Pandora.
Soltó un jadeo mientras se inclinaba para verla más de cerca.
—¿La de la caja de Pandora?
Él negó con la cabeza.
—No entiendo cómo empezó toda esa historia de la caja. Nunca se trató de una caja. Era una pithos, una vasija para almacenar aceite o cereales además de que...
—Ya entendimos.
Prometeo sonrió de lado, acomodándose en su ausentó a la vez que pasaba sus brazos detrás de su cabeza para inclinarse hacia atrás.
—Creo que ya sabes que Pandora fue castigada. Si me lo esperaba, ha decir verdad. Eso es lo que hacen los dioses, la humanidad no debe explorar ni hacer preguntas, sólo obedecer.
Justo cómo estaba haciendo él.
—A decir verdad, Percy, esta jarra fue una trampa concebida por Zeus y los demás dioses. Una venganza contra mí y mi hermano Epimeteo y su mujer, Pandora. Los dioses sabían que ella abriría la jarra. Estaban dispuestos a castigar a toda la raza humana para castigarnos a nosotros.
Quizá Prometeo estaba manipulando su pensamiento.
Pero ¿y si tiene razón? ¿En qué sentido son mejores los dioses que los titanes?
La época de Oro.
Así era conocido la etapa donde gobernó Cronos. Tal vez era un buen líder pero tanto tiempo en el Tártaro lo había hecho perder su cordura.
