Sirius pasó la noche sin pegar ojo. De madrugada, antes de que Eleanor se despertara para encender el horno, se marchó de la casa. No quería hacerla enfadar más, ella no tenía la culpa de sus problemas con su prima. Se sentía realmente mal. Estaba acostumbrado a sobrevivir en bosques cuando protegía a Harry, en una celda sin apenas alimentos o en Grimmauld Place que casi era peor que las otras opciones; no tenía problema con eso. Pero sí lamentaba haber hecho daño a Eleanor. Había sido muy amable y había intercedido por él en todo momento. Nunca creyó que trabajaría como ayudante en una pastelería pero había sido divertido.
Se transformó en perro y vagó por las calles mientras meditaba sobre su destino. Estaba amaneciendo, el sol empezaba a ocupar su puesto bañando el cielo con una luz anaranjada semejante al fuego. Eso le llevó a pensar en Bellatrix. Había preferido no darle vueltas: él no había hecho nada malo, solo comentó que Voldemort era mestizo, ella ya debía saberlo. ¡Por favor, era ridículo, con la de insultos que podía haberle arrojado y se ofendía por algo tan nimio!
Aunque tuvo que reconocerse que una parte de él sí pretendía hacerle daño. Y eso era lo que más le dolía. "¿Tenías que hacerlo justo cuando empezabais a toleraros?" se preguntó con rabia. Sí. Habían pasado una tarde divertida en el mercadillo y algo se había removido dentro de él cuando Bellatrix le confesó que no quiso matarle. Pero aún así, verla tan feliz, enamorada y libre, disfrutando de todas esas cosas que ni sus víctimas ni él tendrían ya, había reavivado su odio. Creyó que le atacaría y podrían liberar su furia físicamente. En absoluto consideró que el desenlace fuera acabar con los dos de patitas en la calle (en su caso literalmente).
-Vaya, vaya... Tenemos perro nuevo por la zona... -murmuró una voz a sus espaldas- Y eres enorme, valdrás al menos para una docena.
Canuto iba tan centrado en sus cavilaciones que se había abstraído por completo del paisaje. Levantó la vista. Una mujer de unos cincuenta años con sonrisa cruel y escaso atractivo se acercaba a él con un enorme cuchillo de carnicero. El perro abrió los ojos sorprendido. Tras ellos, una pastelería vacía y algo decrépita se presentaba bajo el nombre de "Mrs. Mooney's Pie Shop". ¡Eran ciertos los rumores de que en ese barrio cocinaban a los animales callejeros! La pastelera sin duda parecía agresiva y bastante temeraria. El animago pensó en salir corriendo, pero..."Has tenido mala suerte, amiga, hoy tengo ganas de bronca" pensó.
Agachó la cabeza fingiendo temor y en cuanto la mujer estuvo cerca, se abalanzó sobre ella. Mrs. Mooney se desplomó como si de un saco de quaffles se tratase. Canuto le mordió el brazo obligándola a soltar el cuchillo y lo apartó con una pata. Pensó en detenerse ahí, el golpe en espalda y cabeza habían sido contundentes... Pero decidió que era su deber vengar al resto de víctimas de aquella desgraciada. Por tanto, disfrutó mordiendo, arañando y pisoteándola como si de Snape se tratase. "Así se te quitarán las ganas de atacar a animales" pensó cuando finalmente se marchó agitando la cola y dejando a su víctima casi inconsciente. Buscó un callejón y volvió a su forma humana. En cuanto Mrs. Mooney relatase lo sucedido buscarían al perro.
-Que tengan suerte –murmuró Sirius riéndose solo.
Llegó a un barrio en el que no le conocían y buscó una cafetería para entrar en calor. Hacía mucho frío en esa época y los muggles no estaban preparados como lo estarían en unas décadas. Eligió una bastante vacía y se sentó en la mesa más próxima al horno de leña. Mientras sorbía el café casi ardiendo, meditó qué hacer. No tenía ni idea. Apenas poseía dinero: bastante hacía su casera con darle alojamiento y comida como para pagarle un sueldo... Pero le permitía quedarse las propinas (y había señoras muy generosas con un caballero tan atractivo), así que disponía de algo suelto. Pero le duraría poco ¿y luego qué? ¿A dónde iba en aquel siglo que no era el suyo, sin conocer a nadie y sin varita?
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Quédate conmigo
ФанфикVoldemort manda a Bellatrix a una desagradable misión a la época victoriana. Por si sus problemas fueran pocos, pronto se cruza en su vida Eleanor Lovett, una pastelera envuelta en sus propios demonios que amenazan con destruirlas a ambas.