Capítulo 25

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Gideon optó por no captar las ironías religiosas de Sirius y los condujo al interior de la mansión. Les presentó a varios invitados insignes: jueces, políticos, aristócratas... Los Black disfrutaron fabulando sobre su vida en Francia y todas las locuras absurdas que se les fueron ocurriendo. Conseguían incomodar a los invitados que no sabían si bromeaban o no, pero ni uno solo falló en comentar que hacían muy buena pareja (para disgusto de ambos). Aún así ahogaron sus diferencias en alcohol. El champán francés era más que notable y a ambos les producía curiosidad estar en una fiesta muggle del siglo XIX. Cada vez que se paraban a pensarlo se perdían en el surrealismo.

Mientras una orquesta desgranaba piezas de música clásica, les presentaron por fin al anfitrión:

-Este es Lord Oscar Algernon, conde de Beverley –les informó Gideon.

Bellatrix era buena recordando caras y la de aquel muggle le sonaba vagamente. Era un hombre atractivo, más o menos de su edad, de aspecto galante pero también amable. La morena lo miró a los ojos sin caer en dónde lo había visto.

-Un placer, Madame, me han hablado muy bien de usted –aseguró el conde mientras le besaba la mano.

La bruja ya no salía de casa sin guantes, ¡qué manía tenían ahí con besar manos!

-Y esta es Kayla, mi prometida... -añadió presentándoles a una joven rubia muy bonita.

La voz meliflua del varón le hizo recordarlo repentinamente: fue el hombre que la acompañó a comprar la comida el día que Nellie estuvo enferma. Por supuesto lo hizo bajo imperio y no la recordaba... No obstante, le extrañó que un hombre con sus títulos se pasease por una zona humilde y con mala prensa como Fleet Street. Enseguida descubrió a que se debía:

-Debo reconocer que llevo tiempo deseando conocerla, siempre he sentido una insana fascinación por las artes ocultas. En más de una ocasión me he acercado a su tienda pero no me animé a entrar...

"Mira, acecharme, eso es lo que hacía en el barrio" pensó la bruja con sorna. Enseguida respondió que era un honor conocerlo y que la visitara siempre que quisiera pues era muy discreta con sus clientes. "Aunque dado que me quedan dos meses en este siglo, ya te puedes dar prisa..." caviló internamente. Oscar le dio las gracias y le pidió conversar luego, todavía le quedaban invitados por recibir. Bellatrix asintió al instante.

En cuanto se alejaron del resto para conseguir más alcohol, Sirius, que había notado su interés en el conde, le preguntó si lo conocía de antes.

-Sí, lo vi una vez por el barrio y lo utilicé como herramienta para conseguir comida –explicó la bruja-. Pensé en tirármelo, no está mal y otra cosa no tenía...

-¿Y qué te frenó? ¿Qué era muggle?

Su prima negó con la cabeza.

-Que no era el muggle al que me quería tirar.

-Ya te gustaría que lo de tu muggle fuese solo sexo... -murmuró Sirius sonriente.

Bellatrix asintió con la mirada perdida. Entonces, alguien más llamó su atención. Era un matrimonio que rondaría los cincuenta, de apariencia acomodada y gesto suave. De la mano de la mujer iba un niño de aspecto pícaro pero tierno. La morena calculó que tendría unos doce años. Y, de nuevo, le resultó familiar. Localizó a Gideon y le preguntó quiénes eran.

-Oh, los marqueses de Larcelles. Siempre gozaron de buena posición, riqueza y abundante vida social, pero jamás pudieron tener hijos. Por lo que oí, hace unos meses adoptaron al joven Tobías. La mujer lo encontró viviendo en la calle y fue amor a primera vista. Venga, se los presento.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora