Capítulo 16

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-¿Y cuándo te irás? –preguntó Nellie acariciando el pelo de la bruja.

-En abril del año que viene, el mismo día que viene.

Estaban en la cama mirando al techo, conversando abrazadas con los rayos del sol colándose entre las cortinas. Llevan días ocupadas únicamente en eso. Bellatrix resolvió todas las dudas sobre magia que le planteó y finalmente la muggle la creyó. También le contó su vida, sus crímenes e incluso le habló de Voldemort. Y, por primera vez, no logró usar el tono apasionado y enfermizo que reservaba para él. Hasta a la pastelera asesina le pareció una barbaridad que la hubiese mandado a otro siglo sin ninguna ayuda ni garantía.

Nellie también llevaba bien su duelo por Sweeney. Una parte de ella no podía evitar lamentar la pérdida de Benjamin Barker, el chico del que se enamoró en su juventud. Pero pronto comprendió que él llevaba años muerto; Sweeney Todd poco o nada tuvo que ver con él. Así que se centró en disfrutar con su nueva amante.

-¿Y no podrías llevarme contigo? Me quedaré tan sola sin ti... -murmuró con tristeza.

-No, aunque quisiera es imposible. La ley del Tiempo es muy severa: solo puede viajar al futuro quien pertenezca a ese futuro. Si tú te metieras al armario evanescente y avanzaras más años de los que vivirás, lo que aparecería en el destino sería tu esqueleto.

-No sé si lo entiendo... Yo no puedo viajar, ¿no?

-Podrías, por ejemplo, avanzar diez años. Aparecerías en 1907 y tendrías diez años más que ahora. Podrías viajar ahí porque (con suerte) sí que vivirás en ese tiempo; pero no dentro de cien años, el Tiempo jamás permite esas alteraciones. Dañaría el curso de la historia.

-Pero tú has venido aquí y no perteneces a este tiempo.

-Sí, se puede viajar al pasado si se dan un cúmulo extraordinario de circunstancias... Pero suele ser un viaje solo de ida y altamente peligroso -reconoció Bellatrix- Si alteras algo, el riesgo de no volver es enorme.

-Entonces... ¿Existe la posibilidad de que no puedas volver y te quedes aquí? –preguntó Nellie intentando no sonar muy esperanzada.

La mortífaga asintió sin decir nada, pero se la veía profundamente triste. La castaña se dio cuenta de que era injusto: le había contado que tenía una hermana, una vida y una guerra por luchar, perderlo todo la mataría. La estrechó más fuerte entre sus brazos y susurró:

-No te preocupes, seguro que sí puedes. Hasta entonces podemos disfrutar de los meses que nos quedan juntas.

Bellatrix sonrió por fin y agradeció su apoyo. Ella volvería con su familia y recuperaría su vida, pero la muggle se quedaría completamente sola en un mundo en el que toda la gente a la que había querido estaba muerta. Ojalá pudiese llevársela... Pero era materialmente imposible. La besó, le acarició el muslo e invirtieron el resto de la mañana en hacer el amor. La tarde las encontró aún enredadas entre las sábanas. Nellie tuvo una idea.

-Oye, ya que te costó tan poco decorar y mejorar este piso, ¿podrías hacer algo con el mío? Siempre quise ponerlo más bonito y modernizarlo un poco, pero no tengo pasta...

La bruja lo meditó y al poco se encogió de hombros. Ese tipo de cambios no afectaban a la línea temporal así que...

-De acuerdo, ¿qué tenías pensado?

-Pos podemos empezar por el colchón y ya de ahí...

De ahí empezó un plan que les llevó tres días de intensas transformaciones. Bellatrix pensó que su paciencia estallaría enseguida, pero no fue así; había echado de menos hacer magia y así podía desahogarse. Además, la asignatura de McGonagall siempre fue de sus favoritas. Y por otro lado... Nellie se veía tan feliz diseñando la casa de sus sueños, disfrutando por fin de muebles nuevos y de cortinas elegantes... Además estaba fascinada con ella. Alababa sus cualidades mágicas como nunca lo había hecho nadie; probablemente porque era muggle y era la primera vez que lo veía, pero aún así resultaba gratificante. En su tiempo solían infravalorarla. Así que lo pasaron muy bien.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora