Capítulo 22

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Nota: Me parece absurdo escribir esto, pero allá vamos: el asunto de Sirius. Lo metí porque necesitaba alargar la trama, eso iba a ser todo. Me sorprendió cuando empezasteis a comentar sobre un hipotético trío. En concreto me pareció maravilloso que gente que no comenta nunca aparezca para decirme lo que no quiere que pase en mi historia.

Me parece perfecto quienes comentáis que no os gusta Sirius o lo que os gustaría que sucediera. Pero los que aparecen únicamente para comentar "Ojalá se muera" o "Espero que esto no se convierta en algo que yo no quiero" en mi historia que escribo sin obtener nada a cambio ya me molesta un poquito. Además, la gente a favor del trío es la que la que lee absolutamente todos mis fics, comenta siempre y sí que tengo en cuenta su opinión. Cuando sabía que iba a perder una batalla, Bella era la primera en huir; seamos como Bella.

Yo escribo para que la historia me guste a mí, si luego a vosotros os gusta soy la más feliz del mundo, pero no sería capaz de hacerlo si mi objetivo fuese agradar a otros (gratis, me refiero jaja). No se me había ocurrido lo del trío, pero nada me convence tanto como que me digan que no haga algo. Así que lo escribí. Si al final lo incluyo os avisaré para que nadie se traumatice. Si no os gusta esa posibilidad, podéis dejar de leer y os lo agradezco igual.

No me gusta ponerme así, escribo porque me hace feliz y me encanta leer vuestras opiniones. Pero me parece absurdo que en algo que hago para disfrutar vengan desconocidas de internet a indicarme cómo debo hacerlo. Os animo a leer otras historias de escritoras estupendas que aceptan sugerencias para sus tramas. Y al resto, a las que estáis siempre... ya sabéis que os quiero como Bella quiere a Saiph ;)

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Nellie había pasado muy mala noche. Estaba profundamente cabreada con los Black. ¿Quién les daba derecho a aparecer en su vida y desordenarlo todo? Ya tenía bastante caos sin ellos. Y a la vez estaba preocupada de que les sucediera algo al estar solos en un tiempo que no era el suyo, sobre todo a Bellatrix. Sabía que su fe en Voldemort era lo único que la impulsaba a seguir y sin eso, poco le quedaría... Le daba mucho miedo que le ocurriera algo o cometiera alguna estupidez. Hasta por Sirius estaba inquieta, le había cogido cariño y era el mejor ayudante que había tenido. Pero poco podía hacer por ellos, ni era bruja, ni entendía sus problemas, ni había logrado ayudarlos.

-Mi vida es un desastre, qué le vamos a hacer –murmuró mientras se desperezaba.

Se duchó, se vistió y se preparó para comenzar la jornada. Cuando salió al pasillo, ahogó un grito de sorpresa. Pequeños copos caían desde el techo hasta alfombrar el suelo con una capa de nieve blanca y brillante. Las paredes estaban cubiertas de guirnaldas de acebo y colgaba muérdago sobre el dintel de las puertas. Olía a jengibre, a galletas recién hechas y a chocolate caliente. Cuando logró superar la sorpresa inicial, recorrió el pasillo.

El salón también contaba con nieve encantada -exacta a la auténtica en color y textura pero cálida y seca- que caía sobre un enorme abeto decorado con todo tipo de adornos y bolas de colores. La chimenea estaba encendida y en la repisa correteaban varias figuras de cascanueces, osos polares y renos que jugaban entre ellos. Había también plantas navideñas y de vez en cuando estrellas fugaces recorrían la sala. La pastelera nunca había visto nada tan impresionante.

O eso creía. La sorpresa de la decoración pasó a un segundo plano cuando descubrió a Bellatrix medio tumbada en el sofá con su primo apoyado en su hombro. Ambos estaban profundamente dormidos, víctimas del agotamiento tras pasar un día entero a la intemperie e invertir toda la noche en decorar la casa. Nellie se cruzó de brazos y los contempló sin saber qué hacer. Al final carraspeó.

Sirius fue el primero en despertarse. Habían terminado de decorar pocos minutos antes y habían decidido esperar a que Nellie amaneciera para que viera la sorpresa. Pero en cuanto se sentaron, el agotamiento los venció a ambos. Tardó unos segundos en recordar lo sucedido pero en cuanto lo hizo, se incorporó con rapidez y se alisó la ropa avergonzado. Al variar el peso sobre su hombro, la bruja se despertó.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora