Capítulo 23

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Durante toda su vida Eleanor Lovett había odiado el invierno: hacía muchísimo frío y no disponía de dinero para calentar su casa. Pasaba los días tiritando en su tienda y las noches castañeteando los dientes en la cama. Jamás pensó que la situación pudiera dar un giro radical. Ahora amaba el frío. Le encantaba acurrucarse con Bellatrix y sentir cómo las mantas mágicas las envolvían con una agradable calidez. Los días en que cerraron sus negocios por las fiestas los pasaron prácticamente sin salir de la cama; salvo por las interrupciones de Sirius, que se aburría y había que entretenerlo. Realmente era como tener un perro... Los Black cumplieron su promesa y consiguieron que esa Navidad fuese la más feliz que Nellie había vivido.

-¡Ahora los regalos! –exclamó la muggle.

Era la mañana de Navidad y acababan de desayunar en su salón. Extrajo dos paquetes de un armarito y le tendió uno a Sirius. El animago lo abrió sorprendido de que le hubiese comprado algo a él. Se trataba de un reloj de bolsillo de plata con sus iniciales grabadas. Sirius le dio las gracias con profunda sinceridad.

-Dijiste que era lo único que te faltaba para ser el caballero más atractivo del barrio –comentó Nellie con una sonrisa.

-¡Es perfecto, ahora sí que no se me va a resistir ni una clienta! -exclamó Sirius.

-¡Pero qué te tengo dicho! –protestó Bellatrix- ¡Que se supone que eres mi marido, como me seas infiel te...!

-¡Y tú qué! –le cortó él- ¿¡Cómo crees que me hace sentir que mi amada esposa duerma abrazada a otra mujer y a mí me deje solo en mi cama!?

-Es Nellie, es adorable –aclaró Bellatrix-. Ella no cuenta como infidelidad.

Sirius sacudió la cabeza sin dejar de hacerse el ofendido. Para que no volvieran a discutir, la castaña le entregó su regalo a su novia. Se trataba de un colgante de una calavera de plata por cuyos ojos huecos se veía una sustancia escarlata. Nellie le explicó que era una pieza artesana en la que el núcleo estaba vacío para rellenar con lo que el cliente quisiera. Y en esta ocasión había sido su sangre mezclada con conservantes para preservarla.

-Sé que para ti soy como un sangre sucia de esos y mi sangre no vale na –comentó Nellie-. Pero así aunque pasen cien años y yo ya no esté, seguirás teniéndome junto a ti de alguna manera...

Bellatrix no fue capaz de responder. Abrazó a Nellie y hundió la cara en su melena caoba para que no se dieran cuenta de que estaba llorando. La pastelera la abrazó feliz de que le hubiese gustado. Sirius se entretuvo jugueteando con su nuevo reloj para darles algo de intimidad. "Es lo más bonito que me han regalado nunca, te juro que no me lo quitaré jamás" susurró finalmente la bruja en su oído. Nellie experimentó un escalofrío de placer y asintió también emocionada. Cuando lograron tranquilizarse, Bellatrix intentó recuperar su fachada burlona y le entregó a Sirius su regalo. Él la miró con desconfianza.

-No pensaba regalarte nada porque... Bueno, nos odiamos, te maté y todo eso, pero pensé que esto sería perfecto para ti.

Sin dejar de fruncir el ceño, Sirius desenvolvió el regalo. Se trataba de un jersey verde oscuro con un enorme perro negro dibujado. Era bonito pero sobre todo simpático. Nellie se echó a reír y le suplicó que se lo probara. Por complacerla, Sirius obedeció.

-Nunca creí que diría esto, pero por fin veo en ti la belleza que traía locas a todas las chicas –comentó Bellatrix divertida.

-Gracias, Bella –respondió él intentando no reír-. Creo que es la primera vez que un Black me regala algo... ¡y solo he tenido que morirme para conseguirlo!

La mortífaga asintió satisfecha y le entregó el regalo a su novia. Se trataba de una amplia colección de pociones que había ejecutado ella misma. Había de todo: filtros vigorizantes, pociones sanadoras, filtros rejuvenecedores, pociones asesinas (Bellatrix alegó que por "su seguridad" y Sirius las miró con desconfianza) e incluso felix felicis. La bruja había probado la última para ver si así tenía éxito en su misión: vivió un día perfecto junto a Nellie pero no logró nada respecto al encargo de Voldemort. Para las cuestiones vitales ni siquiera la suerte líquida era eficaz.

Quédate conmigoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora