XXVI. The Nightmare Continues

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"LA PESADILLA CONTINÚA"


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Despierto sobresaltada y sudorosa, hace mucho que no tenía pesadillas. Controlo mi agitada respiración antes de apartar el brazo de Scott que envuelve mi cintura y camino hasta el baño.

Miro mi rostro en el espejo y me sorprende ver las ojeras que tengo, pero bueno, creo que es comprensible cuando casi no he dormido en los dos últimos días. Un leve calambre abdominal me hace saber que el peor momento del mes está a punto de llegar, así que me preparo para ese momento.

El sonido proveniente de mi estómago me recuerda que no cenamos, solo llegamos a casa, nos duchamos y a la cama. Y ahora no podré dormir sin comer.

Bajo la escalera en silencio para no despertar al alfa, cuando llego a la cocina agarro galletitas de chocolate de la alacena y el helado de frambuesa de la heladera. Porque sí, que nunca falte el helado. Me siento junto a la isla y como directo del bote, ¿para qué ensuciar platos?

En el silencio de la cocina pienso en lo cerca que estuvimos de morir por el delirio de un lobo en coma, Lydia nos contó lo que sucedió cuando interrogaron a Meredith, resulta que al final todo fue ideado por Peter en su furia después del incendio, por eso él no estaba en la lista.

—No creo que sea muy saludable el helado y galletas a las tres de la mañana —la voz de Scott me asusta haciendo que suelte la cuchara y rebote en el suelo causando un sonido sordo por el silencio en que se encuentra todo el edificio, volteo a verlo y está recargado en el marco que divide la sala de la cocina, sus brazos cruzados a la altura de sus pechos y una sonrisita se cuela en sus labios.

—Joder, cachorro, no te sentí llegar. —Recojo la cucharilla, la dejo en el fregadero, tomo dos más y las levanto—. ¿Te unes a mí en este poco saludable hábito? —Muevo mis cejas de arriba abajo.

—No puedo decirle que no al helado —se sienta en una silla y me lleva a sus piernas

—Te encanta tenerme sobre ti —bromeo porque amo incomodarlo.

—Y abajo también —abro mi boca asombrada, divertido come una galleta.

—¿Muy confianzudo, no? —Enarco una ceja.

—Es lo que causas, ya no me dejaré intimidar por tus comentarios.

—Ya lo veremos —advierto y tomo una cucharada de helado, sonríe y come conmigo.

—¿Te despertaste solo por el helado? —luce divertido.

—No, yo... tuve un mal sueño —admito y deja de comer para observarme.

—¿Estás bien? —pregunta con preocupación.

—Sí, solo que... —me acomodo en su regazo—. Aún sigo preocupada por mi hermano, y... no lo sé —recargo mi mejilla en su hombro—. Es que... el que sus poderes ya no estén, me da miedo lo que puede pasar después.

GOLDEN EYES || teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora