๑GOLDEN EYES
Siete años lejos y no pensaba volver.
Eso hasta que Deucalion nombró al alfa por quien irían.
Volver al lugar donde nació traerá a su vida un sin fin de recuerdos y emociones que pretendía olvidar, pero reencontrarse con parte de su...
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Jennifer y mi hermano se van en el auto de este último, mientras los demás subimos rápidamente al jeep, creo que ya le estoy tomando cariño al pedazo de chatarra azul.
—No lo sé, hay algo malo en esto —me asomo entre los asientos delanteros. Porque sí, ya asumí que mi lugar es el de atrás—. Se lo probamos a Derek, pero ella aún tenía una mirada como si no importara.
—Como si todo estuviera saliendo de acuerdo con el plan —murmuro—. Stiles tiene razón —me dirijo hacia Scott—. Lo viste, ¿no? —No responde, solo me da una mirada llena de preocupación.
Llegamos junto con los otros, la lluvia está imparable por lo que terminamos completamente empapados.
— ¿Qué es eso? —Señalo el bate que lleva Stiles.
—Ustedes tienen garras —nos apunta—, yo tengo un bate.
No sé qué tanto servirá, pero se ve seguro con él, así que no rebato su lógica.
Caminamos detrás de mi hermano, quien sujeta de manera bastante poco gentil a la darach.
— ¡Scott, Sophie! —escucho que Melissa nos llama, por lo que ambos nos detenemos.
— ¿Qué están haciendo aquí? —Frunce el ceño—. Están evacuando el hospital.
—Vinimos por Cora.
— ¿Todos ustedes? —Luce confundida—. ¿Por qué Stiles tiene mi bate?
—Mamá, confía en mí para esto —odio que Mel quede en medio de esto, ella no merece más problemas—. Tienes que irte de aquí.
—Ya mismo —apuro.
—El edificio debe quedar despejado en treinta minutos —explica—. Tenemos dos ambulancias que van a regresar —asentimos—. Una está a diez minutos, la otra a veinte. Cora debe irse en una de esas, la recogerán en el estacionamiento del sótano.
—Entendido —afirma Scott.
—Bien.
Comienzan a alejarse, pero decido volver.
—Por favor Melissa, vete lo más pronto que puedas.
—Tengan cuidado —me da un abrazo que devuelvo con cariño.
—Gracias por todo lo que has hecho por mí —murmuro contra su cabello.
—No tienes nada que agradecer —sonríe mientras se separa levemente para mirarme—. Eres una gran chica, Sophie —le devuelvo la sonrisa—. Scott es afortunado de tenerte en tu vida.
