๑GOLDEN EYES
Siete años lejos y no pensaba volver.
Eso hasta que Deucalion nombró al alfa por quien irían.
Volver al lugar donde nació traerá a su vida un sin fin de recuerdos y emociones que pretendía olvidar, pero reencontrarse con parte de su...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
Lydia ofreció que me quede en su casa, por lo que llegamos hace unos minutos. Detallo que es amplia y muy bien decorada.
— ¿Lydia? —Una voz de mujer proviene desde el interior.
—Sí, mamá —responde—, vengo con una amiga.
Una mujer muy bien vestida, aparece, su cabello es un pelirrojo oscuro, casi marrón, sus ojos son muy azules y tiene sonrisa amable.
—Natalie, un gusto —extiende su mano hacia mí, sonrío y la estrecho.
—Sophie, el gusto es mío.
—Se quedará a dormir, mañana nos iremos juntas a la escuela —informa Lydia.
— ¿Son compañeras? —Me estudia levemente.
—No, yo voy en primero —aclaro y miro a Lydia.
—Es hermana de un amigo de Scott, por eso nos conocimos —se apresura a explicar a su madre.
—Oh, claro —sonríe—. ¿Qué desean comer?
—Cualquier cosa está bien por mí.
—Que no tenga carne para ella —Me señala la rubio-fresa.
—Perfecto —señala las bolsas—. Lleven eso arriba, las llamo cuando esté listo.
Subimos a su cuarto, es muy rosa y grita Lydia Martin por todos lados.
—Hace mucho que no tengo noche de chicas, Allison apenas viene a casa. Con todo lo sobrenatural rodeándonos no tenemos tiempo.
—Es jodido todo lo que está pasando —suspiro—. Llevo toda mi vida en este mundo, y aun así me sorprende todo lo de los sacrificios humanos. No me imagino como puede ser para ustedes.
—Es horrible, peli —enarco una ceja ante el apodo que me dio Stiles, parece que todos lo están adoptando—. De la noche a la mañana nos vimos envueltos en algo que solo eran leyendas e historias para asustar a los niños.
Me acerco a ella, parece realmente perturbada.
—Sé que soy algo, pero no sé qué —susurra, me siento a su lado y tomo su mano, no despega la vista del frente—. No me sano fácilmente como ustedes, tampoco tengo súper fuerza o rapidez, simplemente escucho voces en mi cabeza que no sé cómo callar.
—Averiguaremos qué eres Lyds, te lo prometo —voltea hacia mí—. No estás sola —sonrío—. Tienes una manada.
—Gracias —sonríe devuelta.
Su madre nos llama así que bajamos, la comida es amena, conversamos un poco y cuando ya estamos en su habitación con unas mascarillas faciales, suena el teléfono de Lydia.
