XXXII. Worst Book Club Ever

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"EL PEOR CLUB DE LECTURA DE TODOS"


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Un fuerte ruido me sobresalta, y el pequeño Newt comienza a ladrar agudamente, papá no demora en entrar a mi habitación.

—Buen día, cariño, levántate y sal al patio a entrenar —dice animado y lo observo extrañada.

Lleva ropa de deporte y luce muy despierto, tomo mi celular y lloriqueo cuando veo que recién son las cinco de la mañana.

Le arrojo una almohada, me cubro con el edredón y giro dándole la espalda.

—Ni lo pienses, Sophie —advierte, pero lo ignoro y me entierro más en la cama—. Llevas casi un año sin entrenar, basta de pereza.

»Si quiere permiso para salir con tu novio y amigos, hay condiciones que deberás cumplir.

—¿Desde cuándo eres un padre tan responsable? —gimoteo y salgo de la cama.

—Desde que haces lo que quieres. Solo tienes dieciséis, hija, sigues estando bajo mi cuidado —dice lo último con voz más temple.

—Bajo en cinco minutos —bostezo, asiente y sale con el cachorrito tres a la siga. 

Me visto con ropa deportiva abrigada para el frío de la madrugada y peino mi cabello en una coleta.

¡No puedo creer que un año atrás hacía esto cada mañana sin rechistar! Pero era diferente, mi interés por ver a Aiden era más grande que mi sueño y me lo pasaba bien con los gemelos. 

Kali y Ennis eran otra cosa, este último a pesar de su maldad era hasta divertido. Excepto cuando tenía que entrenar contra él, el dolor de mi cuerpo no pasaba en dos días, era demasiado grandulón comparado con mi minúsculo cuerpo.

Ahora si bien estoy más desarrollada, y muchos incluído el pervertido de mi novio lo han notado, sigo siendo menuda, eso sí, puedo golpear lo suficientemente fuerte como para causar daño severo.

—Veinte minutos de trote —ordena el alfa y comienzo a hacerlo.

Es divertido ver al pequeño bebé seguirme el ritmo a todo lo que da, aunque por su ternura me llevo varios retos de papá por estar desenfocada.

—No me distraigas, bebé, que tu abuelo se vuelve gruñón —le susurro inclinándome hacia él.

—No vuelvas a repetir esa palabra —gruñe apareciendo frente a mí y hace que frene de golpe.

—¿Qué cosa? —digo con una mano en el pecho por el susto que me dio.

—Abuelo —suelta con asco y una sonrisa titubea en mis labios—. Ni se te ocurra, Sophie Hale. —Me apunta con el dedo índice—. Tienes dieciséis, mínimo debes terminar la universidad antes de que se te ocurra embarazarte.

GOLDEN EYES || teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora