XXXVII. One Step At A Time

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"UN PASO A LA VEZ"


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Apago el motor del coche  y miro hacia la casa que tan bien conozco, la última vez que estuve aquí (tampoco fue hace tanto, máximo una semana atrás) acababa de ser rescatada de los doctores del mal.

Veo la luz de la sala encendida y también una del piso de arriba, exactamente la de su habitación, bueno...su baño.

—Bien bebé —Newt, a quien pasé a buscar antes de venir puesto que lo dejé solito mucho tiempo, me mira con sus ojitos brillantes—, hora de ver a papá —abro mi puerta y él sale atrás mío.

—¿Estás bien? —pregunto a Melissa luego de cerrar la puerta de su casa, ella asiente y mira hacia el bebé que comienza  recorrer la casa como si fuera suya.

—Sí, me llamaron del hospital, Stilinski fue atacado y está grave —toma su bolsa y las llaves del auto—. Iré a ver en qué puedo ayudar y a acompañar a Stiles.

—Cualquier cosa avísame, por favor —pido preocupada por mi amigo.

—Por supuesto —posa su mano en mi hombro y me mira con cariño.

—¿El cachorro? —susurro por preguntar, pues sé que está arriba, escucho su corazón.

—Tu cachorro está arriba —sonríe levemente y besa mi mejilla antes de salir.

Me detengo en el inicio de la escalera y saco valor de lo más profundo de mí para comenzar a subir lentamente. Cuento escalón por escalón y cuando llego al umbral de su habitación, escucho un gruñido y un golpe, me acerco al baño y veo el lavamanos trizado.

—El lavamanos no tiene culpa de nada —murmuro y sube la mirada, nos vemos a través del espejo y cuando nuestros ojos se unen, siento una calidez recorrer todo mi cuerpo—. ¿Aún no sanas? —Se voltea y veo la profunda herida en su pecho.

—Ya sanará —asegura mirando también su pecho.

Doy un paso hacia él y estiro mi mano hasta tocarlo, mis venas inmediatamente se tornan negras y absorbo su dolor, pero como siempre va de testarudo, su mano se envuelve en mi muñeca e intenta apartarla de su pecho

—No es necesario —asegura con voz suave.

—Déjame ayudarte, cachorro —suelto determinada.

Suspira resignado y libera mi muñeca, poso mi otra mano en su cintura. Cuando su entrecejo se relaja, detengo lo que estoy haciendo, tomo una de los apósitos que por alguna razón tiene en su baño y cubro la herida, luego me aparto con intensión de volver a su habitación.

—Tú también estás herida —dice de pronto y lo miro confundida—. Estás sangrando —apunta mi blusa y me sorprende ver la sangre fresca y que efectivamente mi ropa está arruinada, se acerca nuevamente y toma el dobladillo de mi blusa—. ¿Puedo? —Levanto mi vista a sus ojos y asiento, porque no confío en que mi voz salga si lo intento.

GOLDEN EYES || teen wolfDonde viven las historias. Descúbrelo ahora