๑GOLDEN EYES
Siete años lejos y no pensaba volver.
Eso hasta que Deucalion nombró al alfa por quien irían.
Volver al lugar donde nació traerá a su vida un sin fin de recuerdos y emociones que pretendía olvidar, pero reencontrarse con parte de su...
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El invierno sobre Beacon Hills no daba tregua, el frío que te llegaba a calar los huesos obligaba a los habitantes del pequeño pueblo de California a mantenerse refugiados en el interior de sus hogares, pero para aquel joven lobo, esa no era opción.
Las semifinales del campeonato de basketball escolar estaban solo a una semana y poco le importaba que fuese la víspera de navidad; así que luego del entrenamiento se quedó practicando algunos lanzamientos.
Sonrió al escuchar la suave melodía del chelo proveniente del salón de música, lanzó por última vez, vio el balón caer limpiamente por la canasta y se sintió victorioso. Esa copa sería suya.
Limpió el sudor que caía por su frente con la camiseta, como tenía poco tiempo antes que la linda chelista se fuese, se cambió y se puso perfume, debía camuflar el olor a sudor que emanaba de él. Tomo el bolso deportivo y corrió hasta el salón de donde provenía el sonido, sonrió embobado al ver a la dulce pelinegra deslizar el arco por las cuerdas provocando una embriagadora melodía.
—¿No deberías estar en casa? —La pregunta lo sobresaltó y sus mejillas se tiñeron de rosa, carraspeó avergonzado por ser descubierto.
—Estaba practicando. —Alzó la pelota—. Necesitamos pasar a la final.
—Ya eres muy bueno, Derek. —Dejó el instrumento a un lado y caminó hasta el chico—. No te sobre exijas, puedes lastimarte —recomendó hasta llegar junto a él e imito su pose, se recostó en la pared y cruzó sus brazos.
—Después del partido del martes podré descansar. —Tomó un mechón del cabello de la chica y lo ubicó tras su oreja—. Ya es tarde, Paige, debes ir a casa.
—Solo te estaba esperando para irme. —Ahora ella lucía avergonzada ante tal confesión—. Y desearte una feliz navidad.
Enternecido, el ojiverde sonrió y acarició la mejilla de la opuesta, se acerco a su rostro y se fundieron en un tierno beso que causó cosquillas en su estómago.
—Feliz navidad para ti también. —Dejó un corto beso sobre sus labios—. Vamos, te dejaré en casa.
Entrelazó sus dedos con los de la chica luego de que esta guardara el chelo en su estuche y salieron de la escuela rumbo a sus hogares.
***
El olor a galletas recién horneadas a y deliciosa comida para la cena inundó sus fosas nasales cuando aún quedaba bastante distancia para llegar a su hogar. Se apresuró a correr mientras en su cabeza repasaba una y otra vez los platillos que esperaba su madre haya preparado. La decepción fue grande cuando al abrir la puerta de la mansión Hale no fue su madre quien lo recibió, sino Laura, su hermana mayor.
—Que lindo, Derek —se quejó cruzada de brazos y luciendo muy como su madre—. Debías llegar hace más de una hora, pero no, te quedas con esa chica y yo estoy aquí terminando la comida y evitando que las terremotos que tenemos por hermanitas no se maten o destruyan la casa.
