๑GOLDEN EYES
Siete años lejos y no pensaba volver.
Eso hasta que Deucalion nombró al alfa por quien irían.
Volver al lugar donde nació traerá a su vida un sin fin de recuerdos y emociones que pretendía olvidar, pero reencontrarse con parte de su...
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—¿Entonces estamos listos? —pregunto asombrada porque esto fue más rápido de lo que imaginé.
—Sí. —Sonríe Garret y alzo una ceja, no me gusta para nada esa sonrisita.
—Bien, entonces me marcho —me levanto y estiro mis brazos hacia el techo para relajar mi espalda.
—La diversión te espera. —Mason sube y baja sus cejas, golpeo su hombro.
—¿Tienes novio? —pregunta interesada Violet.
—No, pero estoy... saliendo con alguien —respondo confundida con mis propias palabras.
—Con tu capitán —dice mi amigo al rubio.
—¿Con Scott McCall?
Asiento y parece emocionado por la noticia.
Raro.
—¿Tienes alguna película entretenida, Mason?
Señala un cajón en el mueble grande de la sala. Reviso los títulos y no logro decidirme
—¿Puedo llevar dos?
—Sí, claro. Pero puedo apostar a que no verán ni una.
—No quiero perder más dinero —bromeo—. Así que no entro en tu apuesta.
—Podemos pedir un uber los tres —sugiere Garret.
—Sophie vive hacia el lado opuesto que ustedes —señala Mason.
—Pero no va a su casa —recuerda la novia del rubio.
—Sí, pero Scott vive cerca de su casa, mamá la llevará.
Efectivamente, después de despedidas e insistencias para que nos vayamos juntos y rechazar una y otra vez, la señora Hewitt me lleva hasta casa de Scotty, y se despide aconsejando que me cuide. Es imposible no notar cuanto se parece Mason a ella.
Abro la puerta fácilmente y me apresuro a subir a la habitación del alfa, pero lo veo hablando con Stiles y me siento un poco descolocada porque teníamos planes. Dejo la bolsa de papel con lo que compré en el escritorio y me acerco a ellos.
—¿Hola? —Se voltean asustados y los miro con una ceja alzada—. Okey, ¿qué pasa?
—Nada —dicen a la vez.
Obviamente no les creo y grande es mi sorpresa cuando escucho un tercer corazón latiendo furiosamente en el baño, miro hacia la puerta y los chicos se dan cuenta.
—¿Quién más está?—demando a la vez que camino hacia el lugar.
Intentan frenarme pero logro zafarme y al abrir la puerta, me encuentro con el chico nuevo envuelto en cinta, casi tanto como el motor del jeep de Stiles.
