๑GOLDEN EYES
Siete años lejos y no pensaba volver.
Eso hasta que Deucalion nombró al alfa por quien irían.
Volver al lugar donde nació traerá a su vida un sin fin de recuerdos y emociones que pretendía olvidar, pero reencontrarse con parte de su...
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—¿Verde o violeta? —Le muestro ambas opciones de bikini a mi hermana.
Llevo ya un par de semanas aquí, es un lugar hermoso y amo poder estar con mi familia.
—Verde —responde de inmediato—. Resalta más el color de tu cabello.
—Sí, ¿verdad? —Observo la prenda diminuta—. Scott amaría este bikini. —Hago un puchero.
—No puedes pasar ni un día sin pensar en él, ¿verdad? —Me mira a través del espejo.
—No... —suspiro y me arrojo a su cama—. Te juro que nunca me imaginé que lo extrañaría tanto.
—Me gusta verte así de enamorada —sonríe y se recuesta a mi lado—. Siempre nos imaginé así de pequeñas —comenta con suavidad impropia de ella.
—¿Así echadas en tu cama? —bufo estirándome.
—No, así... ya grandes y hablando de chicos —reímos brevemente—. Cuando ocurrió lo del incendio y pensé que estabas muerta —respira profundo—, fue un golpe muy duro.
Me giro para quedar de costado y afirmo la cabeza en mi mano, tengo el codo flexionado para que sirva de soporte.
—Cada día era difícil pensar que todos estaban muertos, pero siempre tuve la leve esperanza de que tal como yo lo había hecho, alguno de ustedes también hubiera logrado escapar.
—Yo supe que Derek y Laura estaban vivos poco tiempo antes de ir a Becon con la manada de alfas —quita su vista del techo y la fija en mí—. Nunca me imaginé que papá me mentiría de esa forma, pero me dijo que se había enterado de que mis hermanos habían sobrevivido al incendio solo por el asesinato de Laura.
»Cuando me enteré que papá siempre lo supo, ya ni fuerzas para enfrentarme a él tenía.
—¿Lo perdonaste? —inquiere frunciendo el ceño.
—Es mi padre, Cora —repaso el diseño de flor del edredón con mi dedo índice derecho—. Cometió muchos errores, pero está intentando remediarlos.
—¿Estás segura que cambió? —Alza una ceja inquisitiva.
—Por supuesto que sí —respondo de inmediato—. Él es un hombre totalmente diferente.
—Me alegro por eso —se levanta pero no suena convencida—. Ahora termina de arreglarte que una fiesta en la playa nos espera. —Hace un baile demasiado ridículo.
***
—¿No quieres ir a bailar? —pregunta nuevamente el reciente beta de la manada a la que Cora pertenece.
—No, gracias. Estoy bien —sonrío falsamente y camino entre la gente, veo a unas chicas también de la manada y camino hasta ellas—. ¿Me adoptan por esta canción? —Se ríen y me hacen un espacio.
