Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ Vᴇɪɴᴛɪᴜɴᴏ.

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Mientras Oliver mantenía toda su atención en kristiāns, alerta ante cualquier cambio, Ethan había bajado por completo su guardia. No podía explicarlo, pero estaba seguro que ese hombre no le haría daño, ni a él ni a su bebé.

Aunque su apariencia fuera muy salvaje, había algo en su aura que llamaba mucho la atención de Ethan.

—Mamá, vámonos.— ordena el niño, su serio rostro se oculta en el cuello del Omega. No se había separado de Ethan desde que llegó aquel hombre.

El de piel morena sonríe ocultando sus ojos de nuevo con una mano.
—Lo lamento, no es mi intención incomodar.—

Llevaban rato platicando y Oliver no dejaba de mirarlo de mala manera.

—No lo haces, Oliver sólo está cuidándome.— aclara el Omega. Con cuidado aparta al niño y trata de pararse, pero al estar tanto tiempo sentado y con Oliver en sus piernas, éstas se habían adormecido.

—Cuidado, Omega.— Kristiāns intenta ayudar siendo detenido por el pequeño gruñido de Oliver.
—Lo entiendo, lo entiendo. No me acercaré a tu mamá.— levanta sus brazos y se aleja varios pasos, sonriendo ante la actitud defensiva del niño.

Lo entendía, por supuesto que lo hacía. El Omega estaba embarazado y el niño no estaba dispuesto a separarse mucho de él.

Kristiāns quiere decir algo, pero alguien lo interrumpe.

—Ethan, Oliver.— Dievs aparece de repente, agarrando a Ethan de la cintura y ayudándolo a parar.

—Alfa, ¿qué haces aquí?— Ethan carga a Oliver, quien tiraba de su ropa para ser levantado y Dievs se apresura a quitárselo para llevarlo él.

—Puedo sentir todo lo que tú siente, precioso.— sonríe besando con suavidad los labios de Ethan y su brazo libre pasa por su cintura, apretándolo contra su pecho.
Su mirada cae en el otro hombre y su rostro se torna serio.
—¿Qué es lo que quieres?
Te dije que no te acercaras, al menos no por ahora.

El moreno levanta sus hombros y patea una piedra invisible.
—Sólo quería saber algo.

Dievs arruga el ceño y lo observa con atención.
—¿Tú...?

—Dievs, Oliver está inquieto. Lo llevaré a casa.— Ethan intenta cargar a su hijo, pero el Alfa lo aprieta más impidiendo que el Omega se moviera.
—Alfa.

—No confío en él.— sentencia, gruñendo ligeramente.

—Ni yo en tí.— Kristiāns también gruñe y ambos se observan desafiantes antes de apartar la mirada resoplando.

Oliver se había calmado un poco en los brazos de Alfa y el Omega suspira con tranquilidad.
Ríe ante la actitud infantil de ambos y se separa de Dievs para sentarse de nuevo.

—¿Pueden contarme lo que sucedió entre ustedes?— mira a su Alfa, éste curva un poco sus labios y se sienta a su lado, dejando al niño en medio.
—Ve a jugar, cariño.— el Omega acaricia el suave cabello de Oliver y señala hacia la orilla de la playa.

—Pero...— observa al hombre de raros ojos y éste le devuelve la mirada levantando ambas cejas y sonriendo.
—¡Mamá, no!
Me quedo aquí.— dice agarrando con fuerza la ropa del Omega.

Ethan mira a su Alfa, quien tenía el rostro más serio de lo normal.
—Está bien, Oliver. Estoy aquí, no me iré a ningún lado.— susurra abrazando al niño. Oliver comienza a llorar y su llanto parece despertar a Dievs.

—¿Ethan?— el Alfa se mueve y abraza con fuerza al Omega, olfateando sin poder encontrar el aroma de su pareja.

Kristiāns observaba todo muy sorprendido y algo temeroso, el Alfa frente a él había liberado su aroma. Parecía que algo iba mal, pero él no podía entender porque cambiaron de actitud tan repentinamente.

—Omega, ¿qué ocurre?— su cuerpo estaba tenso, no podía moverse. Sentía que, si hacía un ligero movimiento, el Alfa frente a él no dudaría en atacar.

Traga saliva duramente y aparta la mirada.

Jamás había visto a su mejor amigo en esa condición.
¿Qué hicieron para que se volviera así?
Se suponía que Dievs es alguien capaza de controlar a la perfección sus emociones, desde lo sucedido con su familia, ha aprendido cómo hacerlo y si algo se salía de su control, se alejaba de todos. Pero ahora, sus emociones están siendo liberadas todas juntas y no tiene intención de soltar al Omega en sus brazos.

Miedo, tristeza, enojo y desconfianza.

Son fuertes y Kristiāns no puede soportarlas. Se aleja más de la pareja e intenta ver lo que sucedió, pero un profundo gruñido lo detiene.

—Lo... Lo siento, me iré ahora.— su lengua se traba y ríe nervioso.
"Mierda, da miedo. Creo que metí la pata", piensa mientras desaparece de allí.

Ethan había dejado de prestarle atención al moreno en cuanto sintió el dolor y llanto de su bebé.

—Oliver, ya no sufrías estos ataques. Por favor, reacciona... No me hagan esto ahora.— pide comenzando a alterarse.

Cuando Dievs borró su memoria, Oliver era sonámbulo y sólo por esa noche, no volvió a meterse y vivir el recuerdo.

Ahora, parecía que su memoria había vuelto y con ello todo lo sucedido, pero aún no era la fecha, faltaba un día más e Ethan ya sabía cómo ayudar a su Alfa. En cambio, no sabía cómo hacerlo con Oliver.

Le dolía mucho, ver a su bebé sufriendo de aquel modo y no saber que hacer.

—¡Ethan!

El cuerpo del Omega se estremece y su respiración se acelera, Dievs estaba usando su voz de mando y lo había hecho justo a un lado de su oído.
El Omega no entendía y sus nervios se estaban disparando, no sabía que hacer, no podía moverse y sólo sentía el, ya más que conocido, dolor en el pecho.

Su marca también ardía, pero era soportable.

Tenían que volver a casa, allí ambos se calmarían y podría hablar con tranquilidad.

Ethan se decide y, con un brazo rodea a su bebé y con el otro rodea el cuello de su Alfa, desapareciendo de aquella playa.

Al llegar a su hogar, Oliver deja de llorar y sólo se aferraba a la ropa del Omega. Dievs parecía haber reaccionado, ya que miraba confundió a su alrededor.

—Alfa, ¿estás bien?— Ethan pasa su mano por la mejilla del mayor y acaricia con suavidad.

—Si, estoy bien. Lo lamento, arruiné tu día.— cierra sus ojos y se agacha para levantar al Omega y al niño.
—Descansa, tienes que descansar bien.— murmura.

Ethan lo observa y sabe que algo va mal, Dievs no lo mira y su cuerpo está tenso, casi temblando. El Omega tenía un muy mal presentimiento, sin embargo, ahora tenía que dormir bien para después afrontar lo que venía.

Y no sería como las veces anteriores. Esta vez todo se saldría de control, pero tendría a alguien dispuesto a ayudarlo.

Ya sea para bien o para mal.

Dᴇsᴛɪɴᴏ. ·Segunda Parte·  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora