Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ Oᴄʜᴏ.

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A la mañana siguiente, Oliver es el primero en despertar. Sus ojitos se abren de manera abrupta y levanta la cabeza, buscando a su mami. No debe que buscar tanto, ya que lo encuentra dormido a su lado.

Su mami está ahí con él, como prometió.

~Mami.~ llama al felino y éste abre sus ojos, tambien de manera apresurada.

~¿Estás bien? ¿Estás herido?~ pregunta y recibe una negación junto a una pequeña sonrisa.

El Omega lo mira curioso devolviendo la sonrisa. Oliver sonríe más y en un parpadeo aparece en su forma humana.
Ethan lame su mejilla y con su cabeza señala lo que quiere. El cachorro se levanta y camina hasta la mochila, que está a un lado del Omega dormido.

Se acerca de nuevo al felino y éste cambia a su lado humano, abre la mochila y con prisa se coloca unas prendas, al meter de nuevo su mano para sacar algo para Oliver, ésta choca contra algo frío, lo levanta y sus ojos se llenan de emoción.

El collar que Dievs le dió resplandece como cuando lo vió por primera vez. Se lo coloca y levanta el dije observándolo con ojos brillosos.

Oliver también mete su mano y saca algo de ella.
—Mira, mami, azul.— dice y el Omega mira la fresca flor. Le da una sonrisa a su hijo y toma la bella rosa.

—...la rosa, al igual que las flores de la corona, seguirán así de vivas por siempre. Si ves que comienzan a decaer, es porque mi amor por tí está acabando y eso, Omega. Jamás sucederá.

Ethan escucha la voz de su Alfa y su rostro se torna triste. La nostalgia llena todo a su alrededor y Oliver se acerca para abrazarlo.

—Oli, dile a mami, ¿por qué fue a buscarte Dievs?— dice aún mirando la rosa.

El niño tuerce ligeramente el labio y frunce el ceño.
—¿Te lastimó?— pregunta con preocupación.

Niega con rapidez y hace un pequeño puchero.
—Pidió cambiar y dijo "tu mami no volverá". Asustado, mami.

El Omega parpadea confundido y dolido, Dievs fue muy sincero.
—¿Asustado? ¿Por qué?

—No era él. A Oli no le gustó.— dice cruzando sus brazos y se mueve más para quedar sentado sobre el regazo del Omega, suspirando con cómodidad.

—No te entiendo, bebé.— abraza al niño y recarga su mentón sobre la cabeza contraria.

—Oliver debe referirse a sus ojos y a su aroma.

Otra voz se escucha y el Omega se gira a ver. Frente a él, se encuentra un hermoso joven, piel pálida, cabellos blancos con tonalidad grises y brillantes ojos color ámbar.


—Todo brillo desapareció de sus ojos, ahora son escarlatas puras y opacas.— termina de decir y se estira, sin importarle su desnudez.
—Muy aterrador.— bosteza y se frota un ojo.

Ethan asiente distraído y le tiende una prenda.

—Oli no quería ir.— susurra el cachorro, ganándose la atención de ambos Omegas.
—Gritó, mami. Dievs le gritó a Oli.

—¿Qué?— sus ojos se llenan de tristeza y acerca más al niño.

*****

Dᴇsᴛɪɴᴏ. ·Segunda Parte·  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora