Cᴀᴘɪ́ᴛᴜʟᴏ Cᴜᴀᴛʀᴏ.

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Observo asombrado a la mujer.

—¿Ethan?—
M

urmuro dudoso, ¿será quién estamos buscando?

Miro a Oliver y está moviendo su colita mientras mira fijamente otra foto colgada en la pared. La emoción parece querer desbordar de su pequeño cuerpo.

En aquella foto aparece el mismo niño, pero mas grande y con un libro en la mano.

—¿Es tu mami?— susurro y él asiente varias veces.

Oh...
Por eso el cachorro reaccionó así, olfateó su aroma.
Aquí era el hogar del Omega. ¿Por qué se fue?

Me acerco para tomar la foto, observándola con detalle. Es un Omega muy bonito, piel clara con algunos lunares a la vista y cabello negro, es igual a la beta, a excepción de sus ojos.

La foto es arrebatada de mi mano y levanto la mirada. La mujer luce muy molesta.

Ella es su madre, qué gran suerte tenemos.

—¿Quién te dió permiso?
Niño insolente. Este lugar permanecía cerrado para que su aroma no desapareciera y ahora... Tú...— su voz se quiebra y limpia con furia su mejilla.
—¡Largo!— ordena.

Por la puerta aparece el hombre y agarra con brusquedad mi brazo tirando de él, Oliver se remueve y logro sujetarlo para que no caiga.

Llegamos a la entrada principal y me arroja hacia el frío suelo. Caigo de rodillas abrazando con fuerza al pequeño lobo, mis ojos pican y siento algunas gotas bajar por mis mejillas.

Malditos humanos, que insensibles.

—Te lo advertimos.— dice el beta indiferente.

—Cuanto tiempo, Omega.—
Otra voz se escucha y levanto mi cabeza.

Frente a mi hay un hombre de edad avanzada, un Alfa y junto a él hay otros tres betas.

—No-no se quien eres.— digo bajito, revisando si el pequeño se encuentra bien.

—¿No recuerdas este lugar?— pregunta con burla.
—Creí haberte dado una gran lección, pero que burro eres. Regresando como si nada, después de haberme arrebatado lo único que me quedaba de mi amada.— su voz se vuelve fría y molesta.

Los observo y destellos de aquella noche llegan a mi mente. Mi corazón comienza a latir con fuerza y mi cuerpo tiembla por el miedo.

—Usted, ¡Es un maldito monstruo!— grito, agarro a Oliver con una mano y otra la llevo a mi vientre.
—Por su culpa... Mi cachorro.— sollozo.

Ahora lo recuerdo, el Alfa de esta aldea odia y desprecia a los Omegas, ya sean hombres o mujeres.

Neithan vivía aquí, él es su hijo.

—Era justo. Tú me quitaste a  alguien muy importante e hice lo mismo, estamos a mano.
¿Qué tienes ahí?— antes de siquiera poder reaccionar, él agarra a Oliver y lo levanta.

—¡NO!— me levanto de prisa y soy sujetado por sus dos betas.
—¡Déjalo!

—¿Qué tienes aquí, cachorro?— pregunta quitándole la fotografía y la observa con detenimiento.

¿En que momento la agarró?

—Éste niño, lo recuerdo. Sus padres tienen prohibido irse de aquí.— dice indiferente y mira hacia la casa, arruga la foto dejándola caer.

—Suéltame.— gruño al beta a mi derecha.

—Llévenlo al bosque.— ordena dejando a Oliver en el suelo y éste enseguida corre de regreso a mí.
—Denle una lección para que no vuelva a pisar este lugar.

Dᴇsᴛɪɴᴏ. ·Segunda Parte·  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora