Exᴛʀᴀ: ᴇʟ ᴇᴍʙᴀʀᴀᴢᴏ ᴅᴇ Eᴛʜᴀɴ. (parte II)

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—¡Mamá! ¿Estás bien?—
Oliver se apresura a quedar al lado de Ethan.

El Omega iba por un vaso de agua cuando un fuerte dolor lo hizo doblarse.
—Si, si. Sólo se mueve mucho.— trata de enderezarse, pero el dolor persistía.

Oliver muerde su pulgar y sus ojos se ponen llorosos. No sabía que hacer y al ver como Ethan comienza a llorar, intenta llamar a Dievs, pero el Alfa aparece antes de que gritara.

—Ven, precioso.— carga a Ethan con suma delicadeza y lo lleva de nuevo a la cama.
—Dime, ¿dónde duele?

El Omega señala a un costado de su vientre e intenta secar sus lágrimas.
—Se movió tan bruscamente.

Dievs comienza a acariciar esa zona y el pelinegro se tranquiliza un poco.

—¿Mamá?
Oliver se acerca a la cama, sus ojitos están llenos de lágrimas.

—No es nada, bebé. Sólo fue el bebé moviéndose.— trata de tranquilizar a su hijo, pero Oliver lo mira con duda.

—Es verdad, cachorro. Mira, coloca tus manos aquí.— El Alfa sostiene las pequeñas manos y las guía donde estaban las suyas.
—Antes lo sentías poquito, pero ahora es más energético.

Oliver acerca su cabeza también.
—No lastimes a mami, hermanita, lo haces llorar y no me gusta.

Ethan sonríe y lo atrae a un abrazo.
—Está bien, bebé, estoy bien.— besa sus mejillas y Oliver le devuelve el abrazo.

—¿Qué haces, precioso?_Siento los brazos de Dievs rodear mi cintura y sus manos apoyarse en mi abdomen

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—¿Qué haces, precioso?_
Siento los brazos de Dievs rodear mi cintura y sus manos apoyarse en mi abdomen.

—Tengo hambre de arándanos, pero no hay más.

Suspiro y cruzo mis brazos. Seguro que Denis se los terminó.

—Puedo ir a buscar más, sólo debes pedírmelo y esperar en la cama.— Dievs se aleja y lo detengo.

—No, Alfa, ya es tarde.— abrazo su cintura y apoyo mi cabeza en su pecho.
—Estoy cansado, no he hecho nada, pero me siento muy agotado.— escucho su risa y a los segundos ya estoy en sus brazos.
—No te emociones, aún puedo moverme y no estoy redondito como dijiste.— cruzo de nuevo mis brazos.

El sonríe y puedo sentir su entusiasmo y, ¿exitación?
Lo miro con sorpresa y el sonríe más.

—Lo lamento, precioso, pero tú no te has percatado. Estás redondito, hermosamente redondito y me encanta.— muerde su labio inferior.
—He notado que tu estado es más delicado y por eso no he hecho nada que pueda cansarte. Estoy emocionado, pero también preocupado, no quiero que nada les pase.— me recuesta sobre la cama y se arrodilla a un lado.

No puedo estar tanto tiempo parado o caminar mucho y trato de descansar lo más que pueda. Por esa razón, Dievs es quien comenzó a llevar y buscar a Oliver a la escuela.

Dᴇsᴛɪɴᴏ. ·Segunda Parte·  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora