Blue: Historias por contar

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Una hora después, ambos nos encontramos más tranquilos

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Una hora después, ambos nos encontramos más tranquilos. He preparado café y nos hemos ido a la sala de estar. Le conté sobre muchas cosas, mi viaje a luxux, Skyler, su familia y mis poderes. Durante todo el rato él me ha escuchado con atención haciendo pequeños gestos de sorpresa por las diferentes anécdotas. Un gesto suave y cariñoso se extiende por su rostro.

—Estoy feliz de que ahora estés en contacto con esta parte de ti, princesa. Y espero algún día me perdones por haberte alejado de ello tanto tiempo. —Una mueca se forma en mis labios, pero la molestia que sentía hace rato se frenó, porque entiendo que no fue fácil estar en sus zapatos, y no soy rencorosa. Ugh... los enojos no me duran. Al contarle sobre Skyler sus expresiones son más abiertas e impresionadas.

—¡Ajá!, lo sabía. ¡Sabía que había algo diferente con esa niña! —exclama como si acabara de resolver un misterio. Le cuento de todo un poco y él me pregunta detalles sobre Luxux, con la curiosidad brillando en sus ojos, fascinado por conocer sobre el lugar. En algún punto me hace reír a carcajadas por sus quejas.

—¡Papá!, ¿Por qué no puedes ser un papá normal?. —Él cruza sus brazos enfurruñado en un gesto algo diva. En vez de estar molesto o regañándome por irme por meses, está...

—¡Estoy indignado!, tu madre nunca quiso llevarme a la tierra de las hadas y me entero que mi hija paso meses allá —yo me río ante sus quejas —¡No es justo!. ¡Mi hija tuvo el privilegio de conocer aquel lugar de ensueño primero que yo!. Estoy celoso —ante mis risas él se da cuenta de que está exagerando.

—Espero algún día poder llevarte... Pero hay algo más que debes saber —le cuento de los problemas que han surgido y como debería ir con los demás a resolverlos, y el humor fácil entre nosotros vuelve a cambiar a uno más serio. Él me escucha y asiente con calma, una expresión lejana en sus facciones.

—Sabía que este día llegaría —yo lo miro con confusión.

—¿A qué te refieres?.

—Sabía que llegaría el día en el que tu destino te llamaría, y si estás dudando... Tienes que ir. —Sus determinación me dejan sin palabras y tardo un poco en responder.

—P-pero, no quiero dejarte. No sabiendo que te pueden hacer daño. —Él hace un gesto despreocupado con su mano.

—No te preocupes por este viejo, se cuidarme. Y no quiero que te detengas por mí.

—P-pero.

—¿Tienes miedo?. —Me interrumpe. Yo remuevo mis manos en mi regazo.

—Bastante, nadie puede asegurar que va a pasar.

—Entonces tendrás que correr el riesgo. Y tal vez traiga más sorpresas de las que puedes imaginar. —Como respuesta lo abrazo con fuerza, por ser tan comprensivo, por apoyarme... por ser como es.

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