Blue: Vida

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Los siguientes días nos dedicamos a tratar de ayudar al primer gran clan, dudo que hayamos sido de mucha ayuda pero al menos logramos recuperar algunos objetos de valor

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Los siguientes días nos dedicamos a tratar de ayudar al primer gran clan, dudo que hayamos sido de mucha ayuda pero al menos logramos recuperar algunos objetos de valor.

Un pequeño chilló emocionado cuando encontró una especie de muñeca, la abrazo a pesar de la tierra y la suciedad, sus ojitos brillando como emoción. Por alguna razón los pequeños se han encariñado conmigo, y me traen pequeños regalos que encuentran como flores o algunas ramas secas, yo las recibí con emoción y Derek me explicó que era una tradición de los más pequeños hacia sus madres.

Eso me dio un regusto amargo, pero aún así acepté el gesto. No podía contra sus ojitos brillantes, los mayores no parecían tener más de dieciséis años mientras los más pequeños tal vez tendría tres o cuatro años. No era exacto porque había aprendido que las hadas no aparentaban su edad real.

Cerca del cuarto día recogiendo escombros, un grito causó conmoción.

—¡Nala! —uno de los pequeños gritó y muchos de los niños corrieron hacia la línea de árboles más allá de las chozas, tarde en entender que causaba tanta conmoción hasta que vi a dos mujeres abrirse paso entre los pequeños. Derek corrió a su encuentro y se inclinó ante una de ellas.

—Madre estas viva —alzó a la pequeña mujer y ella se quejó entre risas.

—Por supuesto que estoy viva. Fui por ayuda —la segunda mujer se inclinó ante Derek y pareció dimensionar la magnitud del daño.

—¿Quién es usted?

—Más respeto jovencito, estás ante la reina del segundo gran clan.

A veces mi naturaleza curiosa podía ser un inconveniente, y lo fue cuando ambas mujeres se giraron hacia mí con ojos curiosos, me encogí en mi lugar y miré el tazón de comida en mis manos era vergonzoso tener su atención

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A veces mi naturaleza curiosa podía ser un inconveniente, y lo fue cuando ambas mujeres se giraron hacia mí con ojos curiosos, me encogí en mi lugar y miré el tazón de comida en mis manos era vergonzoso tener su atención.

—Jovencita acércate —me indicó Nala, la madre de Derek, miré hacía atrás como si estuviera señalando a alguien más y me volvió a indicar que era conmigo, tragué y con miedo me acerque.

Nala era muy parecida a su hijo, sus mismos ojos oscuros y piel cubierta de tatuajes, cargaba alguna especie de vestido tradicional con múltiples collares rodeando su cuello. La otra señora era diferente, su piel era tostada como si hubiera trabajado muchos años ante el sol, su rostro apenas se distinguía entre las múltiples arrugas y era más pequeña, sus ojos eran de un suave verde claro.

Me detuve ante ellas y ambas me vieron con curiosidad antes de separarse un poco y abrir un espacio entre ellas, las vi sin comprender y la señora de ojos claros tiró de mí con una fuerza sorprendente.

Me sentí una niña pequeña cuando ambas me abrazaron y transmitieron su calor.

—Eres igual a ella —murmuró la anciana a mi derecha y Nalá a mi derecha asintió.

—Dile a tu abuela que deje de ser ermitaña y venga a charlar con nosotras.

—¿Ustedes conocen a mi abuela? —ambas rieron como si les acabara de contar el mejor chiste.

—Niña he pateado el trasero de tu abuela en combate desde hace siglos —bufó la señora a mi izquierda.

Rato después de estar entre las dos abuelas me enteré de varias cosas.

En primera, ambas eran de una edad similar a mi propia abuela, aunque mayores. Ninguna lo dijo con exactitud descartando con un "deje de contar después de los mil" pero me contaron bastantes anécdotas de sus vivencias de jóvenes.

Mi abuela siempre había sido la líder entre las tres conduciéndolas a un montón de travesuras, la vida y sus cambios habían hecho que se alejaran físicamente pero el lazo mental que compartían las mantenía unidas.

Habían estado muy molestas con mi abuela cuando unió a Roy al vínculo de ancianos, pero habían entendido el peligro, no lo dijeron pero era capaz de sentir su temor por sus naciones.

—Como se llama el jovencito de por allá —me preguntó Eva la reina del cuarto gran clan, señalo a Matt que hablaba con Scott.

—Matt

—Hay algo en él que me genera curiosidad —murmuró.

—Es un poco reservado —opiné y ella alzó la voz para indicarle que se acercara, a pesar de su exterior era increíble su fuerza. Matt reaccionó peor que yo y me reí ante su sobresalto, nos vio a las tres con recelo antes de acercarse.

—Señoras —se inclinó en una señal de respeto y al igual que conmigo Eva tiró de él con fuerza.

—Jovencito acércate —dijo con un engañoso tono de abuela, era engañoso porque luego de escucharla hablar un rato su voz era un poco más fuerte, Matt se inclinó y ella sin previo aviso tiró de su oreja. —Déjame ver tu cuello —ella le indicó y Matt me vio sin entender, yo me encogí de hombros no buscando interrumpirla.

Matt se quejó cuando la anciana —literalmente— le arrancó un mechón de pelo. Me asombre y tanto Matt como yo hicimos una mueca cuando Eva utilizando su voz normal gritó:

—¡Lo sabía!,¡Eres uno de los nuestros!












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