IIX. Vuelta a la realidad.

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Y así había pasado un mes, Aslan les permitió quedarse solo un mes, ni más ni menos

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Y así había pasado un mes, Aslan les permitió quedarse solo un mes, ni más ni menos. Edmund llevaba a Amalia todos los días al jardín para que ella intentara recordar, pero nunca recordaba. Ella poco a poco perdía las esperanzas. Aslan le había dicho que si no recordaba se iba a quedar en Narnia, y aunque ella quería, no iban a estar los Peviense e iba hacer aburrido.

Ella tenía una familia ya en su mundo, no podía dejarlos.

Se estaba poniendo un vestido apretado, hoy era la penúltima noche en Narnia, era de noche y Edmund la había invitado a cenar al jardín. Aunque el había negado varías veces que no era una cita, Violet sabía que estaba mintiendo.

Alguien toco la puerta de sus aposentos y ella lo abrió para ver a un Edmund arreglado, y guapísimo.

—Amalia —Dijo Edmund saludándola.—. ¿Vamos?—Dijo para poner su mano para que ella lo entretelase.

Fueron al jardín en silencio y se acomodaron en el césped a la luz de la luna. Ninguno de los dos hablaba, no era un silencio incómodo, ya estaban acostumbrados. Edmund le puso la comida y empezaron a comer mientras hablaban de cosas. Así haciéndola reír, Edmund no quería sonar tierno, pero era la risa más hermosa que había escuchado.

—¿Me pasas agua?—Dijo Violet con su acento australiano.

Edmund frunció el ceño, no la había entendido nada.—. ¿El que?

—Agua. —Edmund seguía sin entender. Violet le miro cansada, ¿Cómo podía no entenderla? Sabía el problema de los acentos pero tampoco era tan difícil, ella tenía que vivir con los Peviense y su acento británico.—. Agua.—Dijo con el acento británico.

Edmund río en bajo y le pasó el agua.—. Lo siento —Se disculpo. Acabaron de comer en silencio, aunque alguna y otras veces Edmund decía un chiste o Amalia le miraba a la cara se reía de él, y él no sabía por qué, pero le gustaba.

Se acostaron en el césped y Violet puso su cabeza en su pecho.—. Ya pasado mañana volvemos —Dijo.

—¿Crees que volverás a Australia?—Preguntó el azabache.

—No se —Suspiró.—. Ojalá, no me gustaría quedarme sola en Narnia. Por lo menos en Australia puedo visitarlos a Inglaterra.

—Lo sé —Dijo Edmund, Violet sentía que él quería decirle algo, pero no le presionó.—. Violet.—La llamó.—. Yo te quería decir esto desde hace tiempo. Sé que no recuerdas pero da igual.—Dijo para sentarse.—: Te conozco desde casi dos meses, y sé que es una locura pero de un día para otro te convertiste en alguien importante en mi vida, y eso nunca me había pasado con una chica. Desde que te vi en el Cair Paravel, juré que eras la chica más bonita y estúpida que había visto en mi vida, es decir, ¿Quien se cae por las escaleras? Cuando supe que eras princesa mi corazón se aceleró, no se por qué pero las princesas me parecen atractivas desde hace mil trescientos mil años. Pero de tantas princesas que he visto en toda mi trayectoria en Narnia, eres la primera vez que me cautiva. Al principio cuando me di cuenta que estabas te estabas convirtiendo en alguien importante en mi vida, te odie por un milisegundo, no quería enamorarme, detestaba enamorarme, pero, ¿Como puedo odiar a la persona que más quiero? Es como odiar a mi madre. Cuando te quedaste en el castillo me odie, ni mis hermanos me hacían cambiar de opinión, ahí me di cuenta que estaba enamorado de ti. Cuando lo acepte me odie más, no podía ser tan tonto como para enamorarme.—Carraspeó.—. Me gustas, Amalia. Te has convertido en alguien muy importante para mi, y sé que no es el momento correcto ya que pasado mañana nos separamos, pero quería dejarte claro que te amo, y te amaré. Te quiero, Amalia.

𝐒𝐔𝐍𝐒𝐄𝐓.||. Las crónicas de Narnia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora