Donde le borran la memoria a Violet y ella tratará de recordar su pasado gracias a los hermanos Peviense.
• Edmund peviense.
• Las crónicas de Narnia: El príncipe Caspian y el viajero del alba.
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Julianna se encontraba con Reepicheep y Narnianos. Estaban buscando alimentos aunque no habían encontrado mucho. Julianna regresó al bote con Reepicheep y se sentó en la arena.
—¿Has visto a Eustace?—Preguntó Julianna al no notarlo a su lado junto a ellos.
—No, Jules —Dijo empezando a girar su cabeza hacia todos los lados. Ahora Reepicheep llamaba a Julianna: Jules. Ya que le era más fácil, según el, su nombre era muy largo.—. ¿Han visto al niño patoso?—Pregunto Reepicheep a los demás.—. Es imposible, no puede desaparecer.
Julianna miro a Reepicheep y rápidamente se levantó.
—Tienes que mandar a alguien a buscarlo, Reep —Dijo Julianna nerviosa.—. Él es muy tonto, le puede pasar algo.
Reepicheep frunció el ceño.—. ¿Desde cuando te preocupas tanto por el?
—Es mi amigo —Dijo Julianna con una sonrisa nerviosa.—. Y no quiero que le pase nada. Eso hacen los amigos, ¿no?
Reepicheep asintió.—. Tenemos que esperar a que vengan los Majestades.—Julianna se sentó en el suelo a regañadientes y puso su cara en su mano, aburrida.
En cambio Violet estaba con las manos entrezaladas a Lucy e iban con los otros. Ninguna de las dos decía nada. Lucy le tuvo que cortar la mitad de su pelo a la princesa. A Violet le dolió con el alma haberse cortado el pelo. A ella le crece el pelo muy lento y para que le creciera con el mismo largo que tenía antes, tenía que esperar unos buenos años.
—¿Qué comida habéis encontrado?—Pregunto Violet al estar con los demás.
—Es volcánica, majestades. Aquí apenas crece algo.
Julianna al escuchar la voz de su hermana se levantó y fue corriendo hacia ella.
—¡Amalia! ¡Amalia!—Gritaba Julianna.
—¿Dónde está Eustace?—Dijo Lucy al no ver a su primo por ningún lado.
—¡De eso les quería hablar! Eustace ha desaparecido.—Dijo Julianna nerviosa.—. Estábamos recogiendo comida y no lo vi más.
Tomás se acercó a ella y le acarició suavemente la espalda, la pequeña se abrazó junto a él. Estaba preocupada por el rubio.
—¡Eustace! ¡Eustace!—Grito Lucy intentando conseguir una respuesta del menor.—. Tengo un mal presentimiento.
—Iré a buscarlo.—Dijo Edmund cansado. Si fuera por el, él dejaría a Eustace en esta isla.
