II. I. La realidad.

110 4 1
                                    

Amalia miraba a su alrededor con extrañeza

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Amalia miraba a su alrededor con extrañeza. Las flores bailaban y los árboles cantaban.

No podía evitar sonreír al escuchar y ver el panorama. Nunca se había sentado tan mágica, tan bien, con tanta paz.

—¡Amalia! —Escuchó la chica a sus espaldas. Volteó y pudo ver dos personas de distinto sexo.

Dos personas que se parecían demasiado a ella.

—Te estábamos buscando...

La chica abrió los ojos con exaltación al escuchar la alarma que estaba a su lado. Rápidamente la apagó y se sentó en la cama.

Estaba harta. Harta de soñar siempre lo mismo. ¿Qué significaban esos sueños?

La psicóloga le había comentado que eso era porque necesitaba paz en su vida. Que necesitaba relajarse después de tanto trabajo. Pero la chica sabía que no era eso. Sabía que había algo más.

Se levantó de la cama y empezó a prepararse, hoy trabajaba a las diez. Y su hermana tenía clase una hora antes.

A veces extrañaba vivir con el señor Digory... Vivir en una mansión, mientras tenías la vida resuelta. No era malo vivir ahí.

Pero su hermana y ella debían madurar, debían vivir solas y no molestar al pobre señor. Ahora tan solo se conformaban yendo a visitarle cada primer fin de semana de cada mes.

Después del accidente de sus padres, la muchacha y su hermana habían aprendido a madurar por las malas.

Después de que ambas chicas hayan cogido el coche de sus padres para escapar, de repente, ambas habían sentido un arrepentimiento.

Y menos mal que se arrepintieron, porque gracias al señor Digory, habían conocido a los Pevensie. Los hermanos habían vivido una temporada allí después de la guerra, y justo ellos iban a visitarle. Por convivir un par de semanas con los hermanos, ahora ellos eran inseparables.

Amalia se puso un vestido y bajó las escaleras con rapidez. Pudo ver a su hermana con la mochila viendo una revista.

—Tardaste.

La mayor suspiró al escucharla.

—Tres minutos.

—¿Sabes lo que son tres minutos?

La mayor cogió las llaves y empezó a caminar hacia la puerta.

𝐒𝐔𝐍𝐒𝐄𝐓.||. Las crónicas de Narnia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora