Me sumerjo en el lago, y cierro los ojos mientras dejo que el agua bloquee todo lo que me rodea.
Consigo desconectarme de todo, relajarme. Pero, cuando no me queda de otra, y los pulmones me exigen oxigeno, salgo a la superficie para respirar.
Me quito el cabello que se me pega a la cara e inhalo el refrescante olor a flores y vegetación.
Antes de alejarme aún más de la orilla, volteo y veo que Peeta se encuentra a unos metros de mí. En la parte del lago donde el agua le llega hasta los hombros.
Él se me queda viendo y me sonríe.
Muevo los pies y los brazos para seguir flotando. Está tan profundo aquí, que ni siquiera llego a tocar el suelo con la punta de los pies.
—¿No vienes? —me pregunta él, alzando la voz—, el agua está muy bien por aquí.
—Se siente igual dónde sea que estés —respondo casi gritando para que me escuche.
—Lo dudo —su sonrisa se hace más amplia.
No pienso que de verdad vaya a hacerlo. Pero, de repente, veo que se acerca. Se detiene donde el agua le llega al cuello.
—Ya te he enseñado a nadar —le digo—. No puedo creer que sigas sin querer venir a la parte profunda del lago.
—Si sé nadar, pero aún así podría hundirme. Y después tú tendrías que besarme para reanimarme.
—Entonces no dejaré que te hundas —le aseguro.
Él alza una ceja, aparentemente divertido.
—¿No quieres besarme? —pregunta sonriendo—, porque a mí ya me está convenciendo la idea.
Antes de que pueda contestarle, veo que él toma impulso y avanza por el agua hasta llegar a mí.
—¿Qué haces? —pregunto alterada.
Pone las manos en mi cintura y me acerca a su cuerpo.
—¡Vas a hacer que nos hundamos los dos! —le grito e intento soltarme, pero él me sujeta la cintura con firmeza—. ¡Es enserio Peeta!
Cuando comienzo a zafarme de su agarre, él nos hace retroceder hasta que consigo tocar el fondo embarrado del lago con los pies.
—¿Sabes? Para ser una letal cazadora, te asustas con facilidad —me dice, mientras me sujeta de las piernas y me carga.
Frunzo el ceño, y le rodeo el cuello con los brazos.
—No es verdad —me defiendo—, solamente estoy tratando que los dos salgamos vivos del lago.
—Claro, lo que tú digas.
Nos quedamos mirando, e inevitablemente me viene a la mente aquella ocasión en la arena de los primeros juegos, cuando me dijo una frase similar porque me negaba a verlo sin ropa a pesar de que él estaba bastante grave.
Me pregunto que pensaría en la actualidad aquella Katniss de dieciséis años que se negaba a ver desnudo a su entonces compañero de distrito.
Paso la mano por su cabello mojado, lo peino hacia atrás.
—Te dije algo parecido en la arena cuando te negabas a quitarme la ropa, ¿real o no?— pregunta, frunciendo el ceño.
—Real —susurro, y acaricio las pequeñas arrugas que se le forman en la frente por fruncir el ceño—, justo estaba pensando en eso.
Nos quedamos viendo, mientras se escuchan los relajantes sonidos de la naturaleza.
—Este lugar es increíble —dice de repente, rompiendo el silencio—. Deberíamos venir más seguido.
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Volver a vivir
FanficYa no hay Juegos del Hambre, y la guerra finalmente ha terminado. Ellos volvieron al Distrito 12 y ahora son libres. Pero, ¿de qué manera se le puede encontrar sentido a la vida cuando lo has perdido casi todo? Con muchos días perdidos, ellos cons...