Capítulo 7

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Me quedo helada, sin saber qué hacer o cómo reaccionar.

—Perdona la hora —escucho que dice él—, olvidé que en el 12 ya es mucho más tarde de lo que es aquí.

Sostengo el teléfono con fuerza, y me esfuerzo por mantenerme tranquila a pesar de la abrumadora cantidad de pensamientos que cruzan a gran velocidad por mi mente.

Pasan tantas cosas por mi cabeza, que me hacen sentir verdaderamente desorientada.

Gale.

Lo único que he sabido de él en todo este tiempo es lo que me dijo Sae la Grasienta hace años. Que él se fue al Distrito 2, y que tiene un trabajo importante.

No había tenido ninguna noticia más de él. Esta es la primera llamada que recibo en todos estos años de quien fue alguna vez mi mejor amigo.

Me quedo en silencio, aún demasiado aturdida como para contestar. Y en cambio, intento rebuscar en mi interior algún sentimiento que pueda surgir por escuchar su voz después de todos estos años. Sin embargo, no logro identificar algo con claridad.

Mi cabeza y mis emociones son un desastre total.

Antes de que pueda enloquecer de alguna manera, cuelgo el teléfono de inmediato y me alejo corriendo de la cocina.

¿Gale?

Hace años que se fue al Distrito 2 y nunca regresó.

Después de todos estos años jamás recibí ni una llamada, ni una carta de él. Hasta ahora.

¿Pero por qué?

Esa pregunta es la que más me inquieta.

Pero, cualquiera que sea su razón, no quiero hablar con él. Lo dejé bastante claro al colgarle la llamada.

Llego a las escaleras, y me siento sobre el segundo escalón mientras intento ordenar mis ideas y mis sentimientos.

No sé exactamente qué es lo que siento por saber que Gale ha intentado contactarse conmigo.

¿Alivio?

¿Odio?

¿Resentimiento?

¿Melancolía?

No lo sé, probablemente todo eso junto.

Me cubro la cara con las manos, y siento cómo la histeria se apodera de mí ante la abrumadora cantidad de recuerdos que se reproducen en mi cabeza. La mayoría de ellos buenos, a excepción de aquel que me hace recordar la razón por la que nuestra amistad terminó por romperse.

La perturbadora imagen de mi hermana envuelta en fuego hace que sienta que estoy a punto de enloquecer, pero me obligo respirar profundamente un par de veces hasta que consigo calmarme un poco.

Debo recordarme que Gale está lejos. Muy lejos, y va a seguir estándolo.

A pesar de que su llamada me ha inquietado, no voy a permitir que su recuerdo estropee todo lo que me ha costado avanzar.

Gale alguna vez fue mi mejor amigo, y de las personas más importantes para mí. Pero ahora sólo forma parte de mi pasado.

Él nunca volvió, y sé que no lo hará.

Respiro un par de veces más mientras cierro los ojos. Y cuando consigo calmarme lo suficiente, subo los escalones restantes.

Llego a la recámara, y veo que Peeta ya se encuentra acostado en la cama. Pero me percato de que sigue despierto.

Me acuesto junto a él, y me tapo con las mantas.

Transcurren varios segundos en los que ambos permanecemos en silencio. Y veo de reojo que él continúa mirando el techo mientras permanece bastante pensativo.

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