Sueños

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Después de terminar los deberes, perdió un poco el tiempo en el computador como era de costumbre.

Los vídeos y redes sociales le entretenían bien pero a la hora de encontrar fotos de algunas personas con sus amigos o parejas se volvía a sentir mal.

Era difícil de entender, ¿Por qué a nadie le agradaba?, ¿Qué tenía de malo?

Siempre soñaba de pequeño, que cuando creciera tendría tanto amigos como novias pero....eso jamás pasó. En la secundaria, su único amigo se cambió de escuela, la chica con quien iba a intentar algo lo cambió por alguien más y lo peor era que ese tipo era un patán engreído.

Era tan frustrante, sentía tantas las ganas de romper algunas cosas con el bate que tenía en la sala, gritar y llorar. Desahogarse pero no quería. Eso le vendría mal.

Su primer gran sueño que tuvo de su futuro fue un fracaso, seguro los demás también lo serían.

~ Meww ~

El maullido de sus gatitas llamaron su atención, volteó a verlas, ambas estaban a un lado de él, sentadas, mirándolo con sus grandes y hermosos ojos.

Sonrió, era verdad, ahora las tenía a ellas.

— ¿Qué pasa?¿Quieren algo? —  bajó de su silla y se sentó frente a ellas, de inmediato se acercaron a él y comenzaron a maullar más.

La gatita negra se acurrucó entre las piernas mientras que la amarillita escalaba por su brazo hasta llegar a su hombro.

— Ay!, oye eso duele! —  le dijo, notando unos ligeros y pequeños puntos rojos en su brazo.

— ¿Qué te sucede? —  rió  — ¿Estás bien? —  preguntó con burla al sentir pequeños mordiscos en su oreja. Ella maulló.

Una sensación extraña lo hizo bajar la mirada, la pequeña gatita negra estaba lamiendo su mano con cariño.

— Se siente extraño —  pensó el chico mientras la observaba y sonreía

El ronroneo de la gatita en su hombro llamó su atención, estaba masticando su cabello como si de un dulce se tratara.

— Oye no, eso no se come —  rió y tomó al animalito para bajarlo al piso junto a la otra.

La gatita negra volteó a mirar a la otra y dobló sus orejas hacia atrás, dando un maullido largo. La otra hizo lo mismo. Eren sólo miraba, no entendía lo que pasaba hasta que la que empezó con todo soltó varios arañasos directo a la cara y a los ojos azulados de la otra.

— Oye no! Déjala! —  la levantó para ver si estaba herida, afortunadamente estaba bien.

— Pobrecita, ni siquiera hiciste nada y te tratan mal —   dijo con su tono de voz dulcificada y tierna  — ¿Estás bien, verdad? —

Maulló para indicar que sí.

— Eres una grosera —  le dijo a la otra sin separar la mirada de la que tenía en brazos   — Por suerte está bien —  y la gatita volvió a maullar

Eso llamó la atención del chico.

— Estás bien —  repitió y de nuevo un maullido, se levantó y buscó algo en su computador, poniendo al animalito sobre el escritorio.

Hizo click y esperó.

El sonido inicial la asustó un poco pero después al escuchar poco a poco la canción comenzó a maullar solo en momentos específicos. Eren sonrió.

— Bien, ya tengo un nombre para ti entonces —  acarició su cabeza 
— Annie —  sonrió y de nuevo maulló

Miró a la otra, estaba con sus orejitas hacia abajo, se sentía regañada por lo que hizo. Eren se acercó y la cargó.

— Ayy, no te pongas así, pero debes entender de una vez que eso no se hace —  la recostó en uno de sus brazos como a un bebé mientras que con su dedo índice tocaba su nariz mientras ella trataba de atrapar su dedo con sus manitas, lanzando pequeñas mordidas.

— Eres una gatita muy linda —  besó su cabeza y ella mordió la punta de la nariz del chico.

Volteó a ver a Annie, ella estaba atenta al vídeo. Sonrió.

Su celular recibió una llamada, contestó mientras seguía jugando con la gatita negra.

— ¿Sí? —

— Hola Eren, ¿cómo estás? —

— Ah, hola mamá, estoy bien y ustedes? —

— También, ¿Ya tienes a tu gato? —

— Amm sí, bueno, no es uno son dos y no son machos, son hembras —

— Ayy Eren, bueno, tienes que cuidarlas mucho para que no vayan a tener crías —

— Sí mamá, eso lo sé, pero como ahora son pequeñas no creo que haya problema —

— Bueno, sólo hablaba para eso, ya vete a dormir y apaga ese computador que hasta acá se escucha la música —

— Sí ma, bueno bye, te quiero —

— Descansa, igual te quiero —

Y colgó. Apagó la luz del escritorio, el computador y tomó a ambas gatitas.

Las colocó en su cama y las acarició.

— Duerman bien; te debo tu nombre bonita —  dijo y se fue a su habitación.

Cambió su ropa y se preparó para dormir, sin embargo, los maullidos tras su puerta se lo impidieron.

— ¿Qué hacen aquí? —  se preguntó para abrir la puerta

Ambas entraron y subieron a su cama, tomando su lugar. El chico sonrió.

— Bien, duerman aquí por esta noche, de acuerdo? —  dijo y se acostó junto a ellas para finalmente dormir entre algunos ronroneos.

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora