Vida eterna...

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Desde aquellos encuentros, citas y otras cosas, resultó.

Los tres mantenían contacto, ellas no recordaban mucho de su otra vida, así que siempre fue sencillo crear una nueva historia cada día, revuelta con algo del pasado.

En el trabajo de los tres eran bien pagados, por lo que pronto lograron independizarse en un lugar más grande y un lugar más lejano, casi el centro de Sina. El lugar más caro del país. Sí, casi un sueño imposible para cualquiera, ellos pudieron lograrlo.

Decidieron salir de aquella casa pequeña, poniéndola en venta. Su madre se encontraba triste pero era lo que Eren quería, y así debía ser.

— No te preocupes, mamá, estaré bien, vendré a visitarte muy a menudo —  decía por el teléfono

— Voy a ir a despedirte —  dijo

— Aquí los espero, te amo mamá —

— Y yo a ti, Eren —  colgaron

Ayudó a ambas chicas a llevar las cajas de las pertenencias al coche.

— ¿A dónde nos iremos? —  preguntó Mikasa

— Un departamento que perece mansión —
respondió el castaño mientras colocaba cajas en la cajuela del auto junto con ayuda de Annie

— ¿Impresionante o grande? — preguntó la rubia

— Puede que ambos —

La emoción de ambas creció, mirándose entre sí.

Su relación al conocerse no fue mala, el cariño que se guardaban siempre se mantuvo igual, por lo que en ves de enojarse una con la otra para ver con quien se quedaba Eren, prefirieron compartir, al fin y al cabo, el castaño jamás eligió a ninguna de ellas sobre la otra.

Sus padres llegaron, ambos abrazaron a Eren y él los correspondió, separarse de ellos no era tan sencillo pero al fin y al cabo eso no rompería con el cariño que se tenían.

— Espero que con esto seas muy feliz, Eren —

— Claro que sí, mamá, no te preocupes, te llamaré todos los días — se separó

— ¿Qué no puedo esperar de ti hijo? Eres un gran combatiente contra la vida, sigue adelante —  acarició su cabeza, igual y como cuando era un niño

Eren rió.

— Gracias papá, eso haré —  se abrazaron de nuevo

— Te quiero —

— Y yo a ti —  respondió

Mikasa y Annie cerraron la cajuela. Eren se separó de ellos y cerró la casa con llave, se dirigió a donde ellas para abrirles la puerta.

— Bien, suban —  pidió

Ambas obedecieron, emocionadas y nerviosas por su nueva vida. Eren se despidió de sus padres a la distancia y subió al auto para luego irse.

— ¿Quiénes son ellas? —  preguntó Grisha

— Unas amigas suyas con quien compartirá el departamento —  respondió Carla con calma

El hombre junto a ella sonrió, sabía que no solo eran unas "amigas".

Tardaron media hora de viaje, pero valió la pena, el radio casi a todo volumen, las chicas cantando y las calles tranquilas, era genial.

— ¿Y en qué piso estaremos? —  preguntó Annie abrazando desde atrás el asiento vacío del copiloto

— En el último —

— ¿Por qué? —  preguntó Mikasa

— No quiero tener discusiones con los vecinos por los ruidos de noche o música alta —  respondió

Ambas sonrieron, mirándose y volviendo a mirar a Eren.

— Entonces será genial!! ¡Bien! ¡¡Ya quiero llegar!! —  insistía la azabache

— Tranquila, ya vamos para allá — 

No tardaron más que 15 minutos. Entraron al enorme edificio y mientras el chico ordenaba algunos papeles en recepción ellas decidieron tomar la llave y subir corriendo las escaleras.

Llegaron al piso 40, el último. Estaba todo en silencio, así que gritaron de emoción y se acercaron a la puerta corriendo.

Annie metió la llave, giró el picaporte y abrió la puerta, ambas quedaron en shock. ¿En verdad iban a vivir ahí?

— Oh Dios mío, ¿En verdad esto cuesta solo 3,000? —  preguntó Mikasa, asombrada

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— Oh Dios mío, ¿En verdad esto cuesta solo 3,000? —  preguntó Mikasa, asombrada

— Así es mis chicas, entremos —  dijo Eren detrás de ellas, logró alcanzarlas.

Las tomó de sus caderas y las empujó un poco para que entraran. Las chicas volvieron a gritar de emoción y comenzaron a recorrer el lugar. La sala, la barra, la cocina, el baño, todo era hermoso y grande.

— Eren..., esto es un palacio —  rió Mikasa

— Bueno, supuse que después de 5 años de trabajo nos merecíamos algo mejor, gracias a su ahorro y el sueldo de siempre logramos juntar lo suficiente como para comprar este lugar y mantener todo bien pagado, no será problema —  las abrazó a ambas las cuales sonrieron y lo correspondieron.

— Empieza nuestra nueva vida —  dijo Annie

— Oh, claro que sí —  respondió el castaño, llevandolas consigo al sofá. Reviviendo aquellos momentos donde o la azabache o la rubia besaban su cuello y labios, extrañaba sentir eso de nuevo y ahora no tendría límite alguno.

Era el último departamento del último piso, muy pocas personas vivían hasta los últimos pisos, lo que para ellos no era problema cuando hacían fiestas con música alta o el sonar de los gemidos y otros sonidos sexuales de dentro de aquella casa por largas madrugadas de alcohol o deseo excesivo. No era molestia para nadie y eso lo disfrutaban los tres al máximo.  Sin límites, sin nada.

Una vida nueva, una nueva etapa. Después de tales años a solas con casi una depresión en picada, logró estabilizar su vuelo. Mascotas? No, ya no necesitaba mascotas. Solo sus lindas y tiernas gatitas ahora convertidas en chicas permanentes y puras.

Así hasta la eternidad. Solo para él y él sólo para ellas.

😺 Fin 😺

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora