Intentar

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Pasaron minutos, el aburrimiento se apoderaba de Mikasa, daba vueltas en su cama pero simplemente no encontraba algo con lo que entretenerse. Se dio cuenta de que Annie era esencial para su vida, ya que ella era su fiel amiga y compañera de entretenimiento.

Movía su bola de estambre de un lado al otro, mordía su ratón de peluche, trataba de dormir y comía pero nada.

Miró el computador, sus orejas se levantaron con entusiasmo, tal vez escuchar música la mantendría entretenida un rato.

Se dirigió hacia el cuarto de Eren y empujó con sus dos manos para abrirla. Entró y subió a su cama, esperando que saliera de donde quiera que esté.

Pronto la puerta del cuarto del baño se abrió, Mikasa movía su larga cola de un lado al otro con entusiasmo mientras se mantenía en el mismo lugar. Al mirarla, Eren le sonrió y se acercó para acariciarla.

— ¿Qué haces aquí? —  le preguntó

Por el momento, la gatita se limitó a ronronear por el placer que le ocacionaban las caricias de Eren.

Abrió los ojos y miró al chico, lamió su mano y notó agua en ella, al igual que su cabello. Se acercó y saltó a sus hombros, lamió una gota que iba a caer de su cabello, lo confirmó, era agua.

— ¿Qué haces? ¿Tienes sed? —  acarició de nuevo su cabeza

Ahora no hubo ni un solo sonido, solo el como sus ojos comenzaban a brillar diferente por el hecho de lamer aquella agua que impregnaba su cuerpo.

Al principio no le vio lo malo, simplemente su mascota estaba lamiendo agua, así como el perro de hace años que tenía su padre. Pero al ver como se formaba la silueta humana, comenzó a alertarse.

Ahora no era la lengua de un gato la que se paseaba por su cuello y pecho, lo que hacía enrojecer su rostro y erizar su piel.

— No, espera..., Mikasa —

— No me limites, te está gustando —  siguió pera después recostarlo, continuando con lo mismo

Sus pequeños gimoteos llamaban la atención de dicha chica que sonreía al escucharlo así.

Ascendió a su cuello mientras ahora acariciaba su pecho mientras sentía sus manos rozar su cintura y parte de su cadera, subiendo por su espalda.

Ambos comenzaban a estremecerse.

Se separó y lo miró a los ojos, lamió sus labios para luego besarlos por tal incitación visual. Su cuerpo comenzó a ceder después se todo, tenía razón y lo admitía, le encantaban ese tipo de cercanías.

La azabache comenzaba a expresar su sentir con aquellos distinguidos sonidos de placer mientras continuaba. Sus corazones aceleraban y eso les gustaba demasiado.

— ¿De verdad piensas que no eres capaz? —  preguntó de repente, lo que hizo detener su aceptación

La chica volvió a descender, mientras la mente del chico procesaba esas palabras. La miró, ella igual, solo que su mirada demostraba malicia y sensualidad mientras su lengua ascendía por su abdomen.

Se levantó, quedando sentado en medio de la cama, Mikasa volvió a acercarse y rozó sus labios con los de él.

— Estoy segura de que eres capaz de eso y de mucho más, solo debes quitarte...el miedo —  le sonrió

Por su parte, Eren la detuvo por completo, alejándola.

— No, esto..., sal de aquí —  le pidió

El brillo especial en los ojos ella, desapareció.

La puerta principal se abrió.

— ¿¡Eren!? —

— ¿¡Sí, mamá!? —

— ¡Todo salió bien, fue rápido, ya me voy! —

— ¡Sí mamá, gracias, ve con cuidado! —  concluyó

Annie había vuelto y eso alegró el seguir de Mikasa, pero...

— Estabas cediendo ante todo —

— Lo sé, pero no puedo y no podré —  la mantuvo lejos y a distancia por un buen rato

— ¿Pero por qué? Tengo todo lo que una persona normal busca, y tú no lo quieres aceptar? —

— No es que no quiera, no puedo y ya —  insistía

— ¿Y por qué no? —  evadió sus brazos y volvió a acercarse, rodeando su cuello y quedando de nueva cuenta, demasiado cerca.

Eren no sabía si decirlo o no, ¿Eso tendría alguna consecuencia? No lo sabía. Odiaba eso, no saber el como reaccionaría las personas ante algo que dijera, odiaba experimentar por su cuenta.

— Dime —  insistía

— Porque no somos lo mismo —  confesó

El semblante de la chica cambió, confusa y triste, ¿Cómo que no eran lo mismo? Sus ojos se cristalizaron.

— ¿No somos lo mismo? ¿Eso es lo que crees? —  frunció el ceño  — Annie y yo supimos desde un principio que te sentías solo, que tenías pensado matarte por el supuesto pedazo de fracaso que te considerabas, cambiamos de forma para ayudarte a cambiar esa perspectiva tuya y dices que no somos lo mismo? ¿Qué acaso las personas no ayudan a otras personas a sentirse mejor? —  derramó tres lágrimas para después salir casi corriendo del cuarto

Trató de detenerla pero no lo escuchó. Se cambió rápido y salió para aclarar las cosas, Annie no paraba de maullar.

Salió, Mikasa estaba fuera de la ventana, un miedo terrible.

— ¡Mikasa, espera! —  se acercó pero ella se marchó, transformada en un gato, como era de costumbre. Salió corriendo y cruzó la carretera para desaparecer en un callejón.

Sin pensarlo más, Eren se dirigió al garaje y sacó la bicicleta, Annie se montó en la canasta y salieron a buscarla.

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora