Evadir

1.9K 190 42
                                    

Volvieron después de unas dos horas.

En sí, salir ayudó mucho a los tres, tanto para Eren para olvidarse del estrés como para ellas, dándoles la oportunidad de conocer algo más que no sea la casa de siempre.

— ¿Les gustó la calle, o el parque? —  preguntó, sacándolas de la cesta

Ambas maullaron y lamieron su cara, dando a entender un sí. Entraron a la sala. Ambas compartieron miradas y antes de cualquier cosa, decidieron tomar su forma humana.

El peso en los brazos del chico aumentó notablemente, haciéndolo colapsar.

— ¿Podemos salir más a menudo? —

— ¿Los perros son peligrosos para nosotras? —

— ¿Podemos salir mañana? —

— ¿Crees que podamos salir solas? —

Comenzaron a abrumarlo con preguntas entusiastas mientras Eren se mantenía algo serio y con los ojos semi cerrados. El golpe en la cabeza fue muy fuerte.

Ambas se mantenían con todo su peso sobre él, mientras por su parte las admiraba con una sonrisa.

De verdad que pareciera como si su vida tomara otro rumbo, tal vez no uno totalmente renovador y maravilloso, pero si lo suficientemente agradable como para evitar pensar en desaparecer cada noche mientras miraba el techo e imaginaba el lento proceso de su muerte.

Su celular comenzó a vibrar, lo sacó del bolsillo con algo de trabajo pero contestó. Era su madre.

— Hola mamá, qué pasa? —

— Ay, hasta que me contestas, ¿Qué acaso no estás en tu casa? —

— Es que salí a pasear con las niñas ma', no sentí el teléfono —

— ¿Un paseo? Vaya, sí que están cambiando tu vida esos dos animalitos —   sonrió

— Sí, no lo dudo —  acarició el rostro de ambas, quienes igualmente, le otorgaron una sonrisa y una lamida en su mano.

— Bueno, te hablaba para avisarte que voy para allá —  dijo

— ¿En cuanto tiempo? —

— Tres minutos —  contestó

— ¡¿Tres minutos?! —  se exaltó

— Sí, bueno, nos vemos allá —  colgó

Trató de levantarse pero le costaba trabajo, ambas chicas seguían hablando sin parar.

— Oigan, chicas —  las llamaba pero era totalmente ignorado  — Chicas!, escúchenme, oigan!! —  insistió

Ambas se callaron.

— Mi madre viene para acá, por favor, vuelvan a su forma felina —  pidió

— ¿Tenemos que ocultarlo de tu madre? — 

— Sí, ella no debe saberlo, porque...oigan, no, esperen!... —  decía por el hecho de que ambas comenzaban a besar y lamer su cuello mientras sus manos repartían caricias.

— Oigan, no! Detenganse!! —  trataba de sacarlas de encima pero no podía, las rodillas de ellas sometían sus brazos.

El timbre de la casa sonó, su miedo incrementó, ya había llegado. Ambas chicas se detuvieron, permitiendo que Eren tomara fuerza y lograra salir de aquella situación.

La llave comenzaba a abrir la puerta. Tomó a ambas por los brazos, llevándolas a su habitación.

— Quédense aquí —  pidió

— Pero después podemos jugar? —  preguntó la chica azabache

— Sí, pero por el momento esperen a que mi mamá se vaya, de acuerdo? —  dijo y salió de la habitación, encontrando a su madre en la cocina.

— ¿Estabas dormido? —  preguntó, dándole la espalda

— No, pero las gatitas sí, así que las dejé dormir en mi cama —  encogió los hombros

— Espero que no las consientas de más —

— Eso sería imposible —  dijo sonriendo

— ¿Qué tienes en el cuello? —  preguntó al voltearse y mirarlo. Se acercó y tomó aquella sustancia transparente pero algo viscosa.

— Ah, eso? A veces les gusta morderme o lamerme —  encogió los hombros, tratando de no verse evidente o contradictorio.

— Mm, bueno, ¿Cómo vas en la escuela? Te noto tenso, estresado —  comenzó a ordenar fruta en el frutero

— Bien, aunque debes saber que el estrés tal vez nunca me abandone —  encogió los hombros, ayudándole a sacar lo que había traído.

— Y ya tienes amigos? —  lo miró

— Pues, no sé si sea amiga amiga pero sí tengo una —

— ¿Es una chica? —  preguntó al parecer feliz

— Sí —

— ¿Cómo se llama? —

— Krista —  respondió

— ¿Es bonita? —

— Mamá! —  replicó

— Bien, entonces me conformaré con su amistad —  rió

Detrás de él apareció una de las gatitas, Mikasa, para que desde su traste de comida, Annie lo mirara igual. Ambas azotaban sus colas contra el suelo, estaban molestas.

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora