Felina de joyas azules

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Eren acariciaba su cabeza y su lomo mientras sentía sus pulmones respirar. Miraba el techo blanco, las palabras que le había dicho lo hizo preocuparse y asustarse.

Fue muy repentino, 10 años, como máximo vivían 14 años y como mínimo 12, no sabía si su tiempo llegaba para ambas. Despedirse es difícil pero era incluso más difícil al ver la posición en la que ambas se colocaron en su vida.

El amor que les tenía era tanto que en verdad le parecía increíble que gracias a ellas su vida cambiara tan de repente y para bien. Era realmente maravilloso.

— Es genial todo lo que hemos pasado, no? Annie? —  preguntó pero ella seguía durmiendo, Eren sonrió, dirigió su mirada hacia ella, sus ojos tenían gotas de agua en los costados de sus ojos, los cuales abrió con lentitud.

Admiró aquellos ojos que brillaban de forma distinta, más radiante, escuchó un maullido débil para luego ver como sus pupilas se dilataban poco a poco, lamió la mano morena del chico que se encontraba en su cabeza y dejó de respirar, cerrando sus ...

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Admiró aquellos ojos que brillaban de forma distinta, más radiante, escuchó un maullido débil para luego ver como sus pupilas se dilataban poco a poco, lamió la mano morena del chico que se encontraba en su cabeza y dejó de respirar, cerrando sus ojos. Eren se asustó, levantándose con violencia.

— A..Annie —  la llamó

— ¡Annie! —  insistió, movió su rostro y colocó sus dedos en el cuello de la gatita, no tenía pulso.

— No, Annie, Annie por favor no, ¡Annie! —  comenzó a llorar al no tener ninguna respuesta.

En la sala, Mikasa se encontraba llorando sin ningún consuelo, su hermana había fallecido. Sus buenos recuerdos y momentos llegaban como un ataque de nostalgia y dolor.

Tenía miedo, no quería dejar a Eren pero su tiempo de vida igual y ya estaba contada con los dedos de la mano. Tomó valor y se levantó del sofá para ir a la habitación en donde su chico se encontraba llorando.

Entró, lo vio devastado, dándole la espalda al cuerpo de Annie. Mikasa se acercó y subió a la cama, recargó su cabeza en el estómago de la gatita para luego lamer su mejilla peluda como despedida. Se acercó al costado del joven y se sentó al lado suyo, tomando su forma humana.

— ¿Tú lo sabías? —  le preguntó

Mikasa no sabía que contestar. Así que solo asintió. Las lágrimas de Eren se volvieron más densas.

— ¿Por qué no me dijeron? —  preguntó dolido

— A..Annie dijo que...no quería a..arruinar tu felicidad con dicha noticia —  confesó

El chico asintió y limpió unas pocas lágrimas que caían sin parar.

Se acercó a Mikasa y recargó su cabeza en su pecho, la azabache lo abrazó.

— Tú como te sientes? ¿Te sientes extraña? Por favor dímelo —  suplicó, rodeando la cintura de la chica

— No quisiera preocuparte más —

— Y yo no quiero pasar por una cosa así de repentina, ¡Dímelo por favor!  —  se aferró a ella con fuerza, Mikasa soltó un quejido de dolor emocional y dejó caer más lágrimas. Su amado chico estaba devastado, no soportaba eso pero le respondería.

— Me siento bien pero..., igual me estoy sintiendo cansada y con más sueño de lo normal, no tengo un gran apetito —  dijo

Eren se reincorporó y miró directamente sus ojos.

— ¿Te parece si visitamos la veterinaria? —

Mikasa asintió y volvió a abrazar al castaño, brindando consuelo mutuamente, el dolor de perder a alguien importante rasgaba hasta el alma.

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora