Al sentir las acciones de ambas más subidas de tono, las detuvo, alejandolas.
— Les pediré que...no hagan eso — pidió
— Pero te gusta, el aroma que tu cuerpo emana señala que te gusta — Mikasa ladeó su cabeza al no comprender su petición
— Es dulce, eso indica que te gusta — agregó Annie
— Bueno, eso no es del todo cierto así que no lo hagan, al menos no tan seguido — se dirigió a su habitación y cerró la puerta
Se dejó caer en la cama, suspirando, despeinando su cabello y paseando sus manos en su rostro de arriba a bajo.
La mente de esas dos eran bastante inteligentes pero eso daba miedo, si las dejaba saber más sobre la interacción entre las personas, especialmente las parejas sería demasiado incómodo de afrontar.
La puerta se abrió, cubrió sus ojos con su antebrazo para simular estar dormido, pero la gatita comenzó a lamer su oído. Delantandolo.
— Oye, no hagas eso — dijo
Al verla, vio su forma felina, lo que lo calmó un poco. Comenzó a acariciar su cabeza y su lomo. Pronto se recostó junto a él, lamiendo su mano.
A pesar de todo..., nada les quita lo adorables < pensó mirando sus distintivos ojos
De nuevo perdió la mirada en la ventana; tal vez podría vivir con ello, no parecía tan...difícil, aún así debía ser cuidadoso en no fomentar su curiosidad por las acciones humanas y en el peor de los casos, que puedan saber controlarlo debido a sus gustos como persona y a sus gustos como hombre, sería bastante vulnerable.
Pronto sus oídos comenzaron a identificar un sonido extraño, poco a poco dejó de pensar en las precauciones que tomaría y prestó atención.
Unos pequeños y leves gemidos llamaron por completo su atención, la felina había tomado su forma humana y su mano estaba acariciando uno de sus pechos. Al reaccionar, alejó su mano, deteniendo aquellos quejidos que lo hicieron sonrojarse.
— Lo siento no... — antes de que terminara, la chica se abalanzó contra él de forma sutil, colocándose en cima suyo.
— ¿Por qué te detuviste? — preguntó
— Lo que me hiciste sentir, fue genial, ¿Puedes hacerlo de nuevo? — su boca babeaba un poco
El rostro del chico se puso pálido, había arruinado la primera condición que prometió evitar para que nada raro pasara.
Mierda <
— No, eso...no es debido —
— Pero se siente bien — sus pupilas temblaban un poco
— No, no debe ser así, eso fue un accidente — trató de levantarse pero ella no lo dejó
— Veré si te puedo hacer sentir lo mismo, así podrás comprenderme...mejor — dijo en un tono bastante erótico.
Eso coloreó por completo el rostro de Eren, quien se maldecía por haber cometido semejante error.
Las caricias y besos que Mikasa repartía por su cuello, pecho y mejillas lo hacían volverse nervioso y tenso. Sencillamente era extraño, ninguna chica había llegado a tocarlo así, y cada vez que rozaba con una accidentalmente, ésta lo miraba con desprecio, desinterés.
Eso hizo un shock en su mente, volviendo su sentir melancólico. Miró a Mikasa, ella y Annie eran las más atrevidas chicas que pudo conocer, a pesar de ser gatos.
Eran las únicas que se tomaban la libertad de tocarlo y besarlo a libertad propia. Cosa que soñaba hace años. No le importó detenerla, quería ver si realmente necesitaba esa clase de compañía.
Poco a poco la intensidad fue subiendo, su cuerpo comenzaba a sentirse acalorado por esas uñas ligeramente afiladas y puntiagudas que rasgaban su abdomen, su pecho y su cuello. Lo comprobó, le gustaba, lo admitía pero aún así debía tener precauciones en general.
Tendría dos tipos de compañía en un par de felinas extrañas pero chicas hermosas y perfectas, en general.
¿Esto está mal? < se preguntó mientras cedía a cada provocación de la azabache.
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Mis lindas y tiernas nekos
أدب الهواةEren, chico solitario que no tiene muchos amigos, un día decide con tener algo de compañía y adopta a dos lindas gatitas las cuales guardan un secreto, comenzando desde ese día, una nueva vida para él.