Epílogo

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"Lo que alguna vez fue"

Un día normal en aquél palacio de departamento, amaneciendo un fin de semana perfecto a las diez de la mañana los tres dormidos en la misma cama, soñando hasta que el despertador sonó por alguna razón.

Los tres comenzaron a retorcer sus cuerpos, incómodos con aquél sonido que no los dejaba continuar soñando. Annie tomó su almohada y la lanzó contra aquél teléfono pero de paso logró golpear a Mikasa, quien se levantó.

— Aghhh — se quejó, tomó el celular que emitía la alarma y la apagó, miró la hora...

Molesta tomó la almohada que recibió para golpear a Eren con ella, el chico medio se despertó

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Molesta tomó la almohada que recibió para golpear a Eren con ella, el chico medio se despertó.

— ¿¡Por qué pusiste alarma!? — preguntó molesta para después recostarse en el pecho del mismo tratando de seguir durmiendo

— Hoy es...la firma — dijo adormilado

— ¿Cuál firma? — preguntó Annie abrazando su torso

— De la empresa... — dijo, cuando ya se iban quedando dormidos de nuevo Eren se levantó de repente, asustándolas

— ¡El tratado! — dijo alarmado para salir de la cama y buscar su traje en el armario. Al encontrarlo comenzó a cambiarse.

Las chicas se levantaron tallando sus ojos.

— ¿Por qué hoy? — preguntó Mikasa con flojera mientras salía lentamente de la cama

— Fue el día que mejor le quedaba a todos así que acordamos que hoy sería la firma del tratado con la empresa aduanal extranjera — explicó peinando su cabello

— Debiste decirme desde ayeeeer, me hubiera dado una ducha — sacó un vestido del armario

— Lo siento cariño, me olvidé pero no te preocupes, es rápido — acarició su rostro, Mikasa asintió, pues quería levantarse un poco más tarde debido al malestar que sentía.

Por su parte Annie no se levantó, ella siguió acostada pues igual se sentía mal.

— Les deseo suerte — dijo y tapó su cuerpo con las cobijas

— Gracias — respondieron ambos, Mikasa salió de la habitación mientras que Eren se despidió de Annie besando su cabeza.

Comieron lo suficiente y salieron del departamento, bajaron por el ascensor.

— ¿Cómo dormiste? — rodeó su cintura

— Pues digamos que bien pero desperté con un ligero dolor de cabeza — dijo acariciando la parte lateral de su frente

— Mmm, espero que eso se te quite cuando llegue la noche — sonrió para luego besar su cuello — O igualmente hago que desaparezca, ¿qué dices? — mordió su lóbulo, lo que la hizo sonreír

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora