Acostumbrarse

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Las cosas no iban ni bien ni mal, simplemente seguía asustándose al verlas en su forma humana. A veces jugaban con él de cierta forma....extraña, si es que a eso se le puede llamar juego.

Ya eran dos días en los que su atención estaba en un rincón muy alejado de su ser, quería encontrar una respuesta lógica pero no lograba encontrarla.

— Hola, Eren —  Krista había llegado a la mesa donde se encontraba pensando  — ¿Eren? —  volvió a llamarlo al no obtener respuesta

La mirada del chico estaba perdida, estructurando razones, eso no pasa con mascotas normales!! Su mente daba vueltas.

— ¡Eren! —  insistía pero no recibía respuesta alguna   — ¡¡Eren!! —

— Ah!! ¡¿Qué?! —  respondió al fin, un tanto asustado

— ¿Estás bien?, estás muy raro —  se sentó al lado suyo

El chico dudó en decirle o no, corría el riesgo de que lo tomara como loco, alejando a la primera y única persona que le hablaba por primera vez en esos 3 años universitarios.

— Sí..., es que...mi..mis gatas están algo...raras —

— ¿Están enfermas? —  preguntó

Probablemente <  pensó

— No, es solo que se comportan extraño a comparación de un gato...normal —  comenzó a ponerse nervioso

— Si quieres las llevamos a la veterinaria, tal vez sí tengan algo malo —  dulcificó su mirada  — Oye, no has perdido tu lapicero otra vez, verdad? —   cambió el tema

— Eh, no —  respondía por responder, sin procesar del todo las palabras que escuchaba

— Y todo está en orden con su interior? —  preguntó, acercándose más

— Seguro que sí —  dijo, perdiendo la mirada de nuevo en la nada

Una chica llamó su atención, tenía el cabello corto y cuando volteó, su perfil se parecía mucho al de Mikasa. Sintió como una mano se apoyaba en la suya, llamando su atención.

Al distinguir el cabello rubio y los ojos azules de su compañera se alertó, levantándose con violencia.

— ¿Qué pasa? —  se exaltó la chica

Al reconocerla suspiró, volvió a mirar a la chica de cabello corto y se percató de que era totalmente diferente.

— Eh, creo...que me siento mal —  dijo

— ¿En serio? —

— Sí, dile a los profesores que...me sentía mal —  dijo para después salir casi corriendo del comedor, salió del Instituto y fue directo a su casa.

Entró y se recargó en la puerta, sosteniendo su cabeza con pesar.

— Llegaste temprano —  escuchó

Annie se acercó a él y lo abrazó por el cuello.

— Ah..., sí pe..pero después debo irme de nuevo —  dijo librándose de sus brazos y dirigiéndose a la sala caminando para atrás, evitando que se le acercara de nuevo

— No, ya no vas a salir —  la otra chica lo tomó por los hombros y lo hizo sentarse en el sofá

— Tengo qué —

— No, claro que no, todas las tardes que vuelves juegas con nosotras, y hace dos días que ya no es así —  dijo subiendo por el respaldo del sillón, volteando su cuerpo y quedando recostada boca arriba en las piernas de Eren.

— Es que... —

— Aún no te acostumbras a nosotras, cierto? —  Annie tomó su lugar al lado de él

— Sí, es muy raro, eso no lo hace un gato normal, ¿Por qué ustedes pueden hacer eso? —  preguntó alarmado

— Por voluntad, además, notamos que la chica de la otra vez te llamó mucho la atención, así que no íbamos a permitir que te olvidaras de nosotras, Eren —

— Simplemente copiamos su figura —  agregó la azabache

— Pero ella no es tan...voluminosa —

— Pero es lo que más te gusta, no? —  Mikasa se levantó, sentándose en su regazo al separar las piernas, lo que hizo incomodar al castaño.

Eren se quedó sin palabras, no sabía que decir. Decir No sería algo de mentira pero decir seguro insinuaba una reacción más extrema en ambas.

— Sí, está claro que te gusta —  dijo Annie, sacandolo de sus pensamientos

— Ustedes...¿Cómo saben eso? —

— Por el cristal de la tienda, cuando estábamos en exhibición, varios...ah, hombres miraban tanto el pecho como el trasero y caderas de una...eh...mujer —

— Fueron muuuchas las veces que vimos eso, así que no fue difícil identificar los gustos humanos —  sonrió con dulzura y al mismo tiempo, malicia?, Mikasa era algo directa y atrevida

— Y como estamos aquí para acompañarte, también podemos complacerte como cualquier chica normal...si quieres —  complementó

— Te queremos mucho por habernos sacado de ahí —  se acercó Annie

De nuevo, ambas comenzaron a besar su rostro mientras repartían unos cuantos lengüetasos.

Su mente procesaba esa información, aprendían según lo que veían. Eso puede ser bueno pero, a la vez demasiado malo.

Debía guardar ciertos libros de años atrás, en un lugar donde no pudieran encontrarlos si es que quiere evitar alguna intención mal interpretada por la atención detallada que le ponían a las cosas.

Mis lindas y tiernas nekosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora