Capítulo. 30 | Lo malo de lo bueno + Lo bueno de lo malo.

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Audrey White.

Veinticuatro horas son suficientes para descubrir muchas cosas, pero nunca para acabar con más de una mentira.

Ryan se había ganado mi corazón en muy poco tiempo, lo idealicé como mi amigo y un casi algo, pero todo fue un engaño... Todo fue parte de un plan que un Velázquez diseño para manipularme y mantenerme alejada de un psicópata que quería violarme y asesinarme.

—Entonces, ¿no eres real?

Solo se escuchó mi voz rebotar como un eco perdido.

—Audrey sigo siendo Ryan, solo que no el que tú conoces.

Aún continuábamos en la agencia, en una de las piezas que Ryan había reservado únicamente para los dos, luego de todo lo sucedido entendió que era necesario confesarse conmigo. Me acomodé en el sofá preparándome para escuchar atentamente su discurso, la información que podía brindarme era muy valiosa para entender mucho de lo que sucedía a mi alrededor.

—¿Y cuál es ese Ryan? —entoné decaída. De pronto sentí que Ryan estaba pisoteando mis sentimientos, tenía una postura más distante.

Necesitaba una respuesta sincera a esa pregunta que me dejaba en incógnita dudando de si realmente era el mismo en quién una vez confíe y me encariñé.

—Este que está frente a ti, ahora. —Su voz se quebró al instante, había más de lo que quiera hablar y aunque, parecía ser difícil de admitir, continuó con ojos cristalinos—: Este que creció en la pobreza y precariedad, este Ryan que tiene como única oportunidad este empleo para poder seguir pagando tratamientos quirúrgicos y estar junto a su esposa los últimos ocho meses de vida.

Una lágrima bajó por su mejilla, intentó ser fuerte, pero luego otra lágrima se deslizó, tras otra... Hasta romper en llanto como un niño, como a alguien irremediablemente roto.

—Eres muy valiente, Ryan —dije con cierta lástima.

Verlo llorar despertó un dolor punzante en mi pecho, me recordó lo mucho que lo quería después de tanto y de que lo que le dolía a él, me dolía a mí también.

—Valientes somos todos los que aún luchamos en esta vida tan injusta.

Miró el vaso que estaba en la mesa, a su derecha estaba la botella de ron y por cómo lo observaba parecía debatir internamente si tomar o no. Su mirada decía mucho más de lo que se podía ver y aun cuando solo veía dos brillantes esferas vacías, sin ilusión y nostalgia, sabía que en su interior existía un caos.

—Por más que me esfuerce en entenderte, no lo consigo. —Asumí mirando perdidamente sus ojos, siguiendo la señal de su triste mirada.

—Debo confesarte mucho de lo que aún no comprendes, bonita.

Admitió relajando sus tensos músculos en un suspiro, se preparaba para hablar, quizás toda la verdad o lo poco que podía confesar. Se apuró en secar sus lágrimas con un trozo de servilleta que saco de sus bolsillos, fijé mi mirada en sus labios humectados siguiendo cada movimiento, quería determinar cuánta veracidad había en sus palabras con los sencillos ademanes de su boca.

—Al principio no sabía cómo acercarme a ti porque no podía dejar de pensar en ella, estaba muy bloqueado con las deudas y el procedimiento, pero debía continuar con el plan de Thiago —admitió inclinándose a la mesa en busca de la botella—. Luego de que te conocí... Siento que me gustas tanto como para no querer alejarme; Y cuando digo que me gustas no me refiero a que estoy enamorado de ti, me gustas como la persona que me ha enseñado a querer bonito, así como mereces ser amada.

Mi corazón se estrujó de ternura.

—¿El plan de Thiago? —Mi pregunta surgió repentina.

—Sí, él siempre tiene un plan para todo, no es de los que se lanzan al fracaso; Se asegura de siempre llevar la delantera en absolutamente todo.

Eso no era tanto una novedad, poder era parte de su círculo ambicioso.

—Thiago me contrató para protegerte del enemigo más desquiciado con el que ha tenido que competir durante años. Desde que descubrió que Thiago solo te quiere a ti, su plan ha sido destruirte para destruirlo a él... Sabe que eres su punto más débil.

Parpadee estupefacta, no me sorprendió tanto la parte donde declaró que Peligro quería hacerme daño, me dejó sin palabras saber que Thiago me quería a mí. Era como sentir una corriente nerviosa en mi estómago que se intensificaba cada que lo recordaba o lo imaginaba, siendo solo mío —a menudo tenía esas fantasías—.

—Thiago... ¿Me quiere?

No respondió inmediato. Ansió beber a pico de la botella, pero dudó mirándole y pensando en si realmente necesitaba ese trago.

—¿Aún no te has dado cuenta, Audrey?

—Creo que no.

Directo se dio un trago largo, respiró profundo acomodándose en el sofá mientras el alcohol ingresaba a su garganta, no hizo ninguna mueca y tampoco reaccionó al ardiente licor. Ryan se veía igual de exhausto que Thiago, él no dormía durante toda la noche, no podía hacerlo, ya que trabajaba para Thiago escoltándome de enfermo mental.

—Está asistiendo a terapia por ti —dijo al tiempo en qué se separó de la botella.

Quedé estática.

—¿Por qué está asistiendo a terapia por mí? —pregunté notando cómo aún existía mucho de lo que me ocultaba y bastante de lo que yo dudaba.

Mi ritmo cardíaco era estable, pero mis emociones no. No sabía identificar como me sentía, ¿estaba ansiosa? ¿Nerviosa? ¿Preocupada? Sin duda alguna no lo sabía.

—Para aprender a quererte, Audrey —confesó regresando la botella a la mesa—. Solo necesita tiempo para sanar.

No dije nada, no sabía qué decir sobre algo tan complejo y delicado. Thiago tenía muchas situaciones, por lo que no podía culparlo de su actitud tan indoblegable, sin embargo, tampoco lo podía justificar.

—Tiempo es lo que menos tengo, Ryan—declaré.

—Tiene media vida esperándote y lo seguirá haciendo, por ti.

—Es que no es justo para mí y tampoco para él; Yo cargo con muchas cosas que Thiago no entiende y estoy segura de que son dañinas tanto para él como para mí.

No sabía cómo organizar mis ideas.

Estaba enamorada de Thiago, pero lo sano era odiarlo, evitarlo y olvidarlo... Eso era lo saludable, pero no lo correcto.

No era para nada correcto odiar, evitar y olvidar a la persona que estando rodeada de oscuridad fue mi luz. Cuando quise caer me sostuvo, y cuando no quise vivir... Me salvó.

Porque en muchos aspectos de mi vida Thiago me salvó, desde mi baja autoestima hasta la drogadicción.

Él me hizo sentir la persona más valiosa en mi vida y en la de los demás; a su lado mi ansiedad se transformaba en leves sensaciones cosquillosas.

—Él es lo bueno de lo malo, y yo lo malo de lo bueno, y no sería justo hacernos tanto daño —añadí.

—Él es lo bueno de lo malo, y yo lo malo de lo bueno, y no sería justo hacernos tanto daño —añadí

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Enamorada Del Peligro {Libro 1}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora