En sus ojos pude ver el puro y ardiente infierno, la lujuria desenfrenada y el narcisismo en su máximo nivel.
Su actitud era un jodido huracán de fuego, perversidad y lo más importante: Peligro.
Sexo, drogas y pasión... Todo comenzó en esas simples...
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Peligro.
La secuencia de una docena de píldoras en la garganta le provocó una convulsión inmediata, el flujo sangriento salió por la nariz haciéndose cada vez más grave, la sangre espumosa salió por la boca hasta por fin derrumbarlo en el suelo. Atado no podía hacer nada más que contener mis impulsos viendo como Thiago sufría lentamente un ataque, ansiaba con matarlo y ser el único que predominara; Se lo merecía. Merecía sufrir por cada día que la tocó sin mi consentimiento, debía pagar por cada momento que la deseó y no me permitió tocarla como yo quería hacerlo.
Una vez en el suelo perdió la consciencia. Solo quedaba yo, rompiendo las cadenas que me limitaban ser libre. Mi cuerpo estaba bañado en sangre, tuve un flashback de mis asesinatos anteriores, ninguno fue tan sangriento como lo era este, Thiago era la víctima que más codiciaba y a la que torturé por años en carne propia.
—Juré destruirte y lo estoy logrando —murmuré saciando mi sed de venganza.
El esmeralda de mis ojos brilló, miré fijamente mi reflejo en el espejo mientras sonreía. Otra vez era libre, una vez más podía ir corriendo tras ella, una vez más era libre para sexualizarla mientras eyaculaba ahogándome en mis gemidos deseando estrangularla lentamente sediento de su sangre.
Audrey debía ser mía, yo la anhelé primero, la follé en mi mente primero y la mataría yo primero.
Una llamada interrumpió mis perversos pensamientos, el teléfono de Thiago vibró en el charco de sangre que mis pies pisaban, ensanché una sonrisa marcando mis hoyuelos cuando vi el contacto de Ryan.
—¿Hola? —respondí luego de recoger el teléfono y rozar mis dedos con la tibia sangre que yacía en el suelo.
Una respiración tensa acompañó el instante, —¿Thiago dónde estás? Audrey está de camino a tu departamento. Me dijo que quedaste de pasar por ella y que no lo hiciste.
Un sentimiento de satisfacción me invadió al saber que Audrey estaba en camino, ella era mi principal objetivo.
—Me temo que con la persona que quiere comunicarse no está disponible... Y tampoco lo estará.
Bufó sin entender lo que pasaba e insistió algo confundido.
—¿Thiago se encuentra? —Indagó. —Necesito comunicarme con él en cuanto antes.
—Él no se encuentra, en su lugar está Peligro.
Hubo un largo silencio en la línea, Ryan no sabía cómo reaccionar o que decir exactamente. Él fue de los que luchó para que yo no existiera, escucharme fue un golpe duro para su capacidad como Psiquiatra.
—¡Hijo de perra! —maldijo, agrío y furioso.
Sonreí malévolo.
—Tenemos mucho tiempo sin vernos a la cara, Ryan —alegué maquiavélico mientras me dirigía hacia la puerta—, ¿Cómo sigue tu mujer, ya se terminó de morir?
