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"Recuérdame, aunque sea en un rincón y a escondidas. No me dejes ir."
Carlos Ruiz Zafón. La Sombra del viento
***

Joseph

***-Jimmy, por última vez, para ya, vas a terminar por hacerte daño.

-Tiene que quedar perfecto Joseph, ese baile debe ser perfecto. Ellos quedarán con las bocas abiertas en esa audición.

-¿Si estas consciente de que aún nos quedan 3 años para poder presentarnos siquiera?

-Lo sé, pero tenemos que esforzarnos mucho. Este es nuestro sueño, todo esfuerzo es poco. Enciende la música y volvamos.

-Maldigo la hora en la que viste ese maldito anuncio en la televisión. Es una simple escuela de baile.

-No es una simple escuela Seph, es "la" escuela- dijo alzando las cejas- seremos grande bailarines, todo el mundo nos va a conocer, será genial, tendremos muchos amigos y seremos famosos.

-Tú sí que no te limitas al soñar- reí

-¿Por qué habría de hacerlo? En esta vida tan cara, soñar es totalmente gratis. Pero más que un sueño...tengo la certeza de que algún día estudiaremos ahí, cuando salgamos de aquí, nunca más estaremos solos Seph.

-Yo no me siento solo, te tengo a ti, aunque parezca que derrochas azúcar a donde sea que vas.

-Ya, lo sé, y no malinterpretes, tampoco me siento solo contigo, pero... ¿no sería genial tener un grupo de amigos más grande? Salir de fiestas, ir al cine...

-¿Y si nos separan antes de que salgamos de aquí?- cuestioné interrumpiéndolo.

-Nos buscamos. Ni mil kilómetros de distancia nos van a separar nunca Seph.

-¿Me lo prometes?

-Te lo prometo. ***

Mi sueño fue turbado de forma abrupta por el sonido de golpes en mi puerta. De mala gana me deshice de las mantas y me levanté del sofá a paso lento. En la puerta, Agust me esperaba con las manos en su bolsillos y una sonrisa plantada en su rostro, si lo conocía lo suficiente... estaba seguro de que venía a hablarme de algo que me iba a terminar molestando, aunque siendo honesto, para ese punto de mi vida todo era una molestia, o casi todo.

-¿No está el escuadrón de animadoras contigo?- pregunté sacando la cabeza por la puerta para inspeccionar el pasillo- vaya, parece que te dejaron solo.

-Pues no, vine solo, ellos están trabajando.

Me quedé mirándolo seriamente unos segundos disfrutando como su sonrisa se desvanecía, se estaba poniendo nervioso. Amaba el hecho de que, a pesar de ser menor que él, podía intimidarlo de vez en cuando. Me di la vuelta y él interpretó el gesto como que podía pasar y así lo hizo. Al cabo de un rato ya me había interrogado acerca de mi vida en los últimos dos días en que no nos habíamos visto. Yo ya no solía comunicarme con ellos como antes, apenas hablábamos y solo nos veíamos escasas veces, la mayoría de ellas era cuando intervenían en mi departamento sin previo aviso. A pesar de lo indeseable de mi forma de ser, ellos aún se preocupaban por mí como si yo todavía fuera el Joseph que la pasaba riendo y haciendo bromas constantemente.

-Así que una cita... eres todo un loquito Joseph, no pierdes tu tiempo.

-No es una cita Agust, y la idea tampoco fue mía. Ella lo propuso.

-Y... ¿es linda?- interrogó subiendo y bajando las cejas

-¿En qué momento empezamos a hablar de ella? La próxima vez no te contaré nada.

-Ya, perdona- dijo juntando sus manos a modo de disculpa.

-¿No habías venido a darme una noticia?

-Es cierto, esta vez lo dejaré pasar porque hay algo importante que quiero decirte. Nos he apuntado en el concurso.

-¿Qué hiciste qué?- dije escupiendo la cerveza.

-¡Asqueroso! Dije que nos había apuntado en el concurso, es dentro de dos meses y como ya te incorporas mañana tendremos tiempo de ensayar.

-¡Pero Agust! En ningún momento yo aseguré que volvería mañana- solté con verdadera frustración.

-Pero yo sé que sí lo harás- contestó imitando mi tono de voz- es más fuerte que tú, no puedes luchar contra tus impulsos Joseph, ya lo sabes.

-No quiero hacerlo- me levanté y le di la espalda- se suponía que él bailaría conmigo cuando llegara la fecha.

-Lo sé bro, también sé que desde hace años estamos emocionados por eso, y nos estamos preparando desde hace mucho. Aprovecha la oportunidad, te lo mereces.

-Pero esto ya es demasiado, no pienso reemplazarlo.

-No tienes que hacerlo, nadie dijo que debemos reemplazar a Jimmy, yo tampoco quiero hacerlo- hizo una pausa- ¿Recuerdas su cara cuando llegó aquel día al salón con las planillas en la mano? Estaba realmente emocionado- podría jurar que los ojos de Agust se habían humedecido y dejaba brotar una leve sonrisa, como añorando esos días- ¿Recuerdas que tampoco lo dudamos un segundo en estampar nuestras firmas?

-No se Agust, todo esto me resulta incómodo.

-La vida continúa, al menos para nosotros, por muy triste que sea- puso una mano en mi hombro y buscó mi mirada- sería un regalo hermoso para él y para ti, y que rayos...también para mí. No dejemos que sus sueños también mueran, mucho menos sus ilusiones.

-No te garantizo nada. Ahora déjame en paz, quiero estar solo.

-De acuerdo llanero solitario. Me iré- dijo poniéndose de pie y secando las pocas lágrimas que habían caído por sus mejillas- Mañana estaré esperándote abajo a las 7:30, ni un minuto más ni un minuto menos.

Antes de que pudiera replicar, tomó sus cosas y se marchó. Y ahí me quedé yo, con la cabeza hecha un lío, luchando conmigo y con el recuerdo de Jimmy bailando a mi lado en aquel patio del orfanato sin importarnos que los otros niños se rieran de nosotros, porque cuando estábamos juntos creábamos nuestro propio mundo, pero ese mundo se había reducido a cenizas, porque solo estaba yo, él ya había partido a otra latitud a la que desgraciadamente no podía llegar.

-La vida continúa- repetí en voz baja las palabras de Agust y me quedé mirando hacia aquel estante en donde guardaba mis pertenencias de la academia.

***

EGOÍSTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora