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"Todos necesitamos alguna vez un cómplice, alguien que nos ayude a usar el corazón"

Mario Benedetti. Adioses y bienvenidas.
***

Joseph

Escuché como en voz baja John aparecía junto a los demás, preguntado que acababa de pasar. Beatrice, que hasta ese momento no había dicho nada, se giró hacia mi con su rostro empapado y corrió a darme un abrazo.

-Lo siento mucho- dijo envolviendo mi cuerpo con sus brazos, tan repentinamente que no atiné siquiera a reaccionar. Me quedé ahí, estático.

-No, no lo haces- respondí. ¿Qué sabría esa niña lo que era perder a alguien?- Nadie es capaz de sentir lo que yo siento cada maldito día de mi vida- me deshice de su agarre y me marché a mi habitación.

***
Al otro día, el dolor en mis manos seguía siendo igual de insoportable. Justamente tenían que haber sido mis manos, me encontraba totalmente impedido de hacer las cosas básicas. Si alguien dudaba de aquello bien podrían preguntarle a Agust, qué pasó toda la noche en casa e incluso me asistió en el tour más incómodo por el baño que alguna vez había tenido.

-¿Quieres desayunar algo más? No creo que el café sea un buen acompañante para las píldoras- dijo desde la pequeña cocina.

-No, tranquilo, no me apetece nada- intenté alzar la taza con las manos vendadas, parecían manoplas de hornear, pero fracasé, no podía agarrar nada.

El timbre sonó y, antes de dirigirse a abrir la puerta, Gus dejó una pajita en la taza. Le agradecí con una sonrisa.

-Eso es a lo que llamo puntualidad- dijo a la vez que dejaba entrar a Beatrice. Casi me atraganto con el café- bueno chicos, quedan en su casa, voy tarde- agarró las llaves de su auto, su mochila y desapareció.

Hola silencio incómodo.

-No pensé que fueras a regresar- me atreví a decir.

-Ya, yo tampoco- respondió mirando a cualquier cosa menos a mi- pero aquí estoy. Tal y como prometí- fue directo a la nevera y comenzó a sacar alimentos.

-¿Qué haces?

-Tu desayuno- respondió simple y directa- No puedes estar con el estómago vacío, los medicamentos son fuertes- y así, sin más me dio la espalda y comenzó a desplazarse entre platos y cubiertos.

***

-Me siento realmente estúpido en este momento.

-No seas tonto- ella rió y llevó hasta mi otra cucharada- abre grandeeee- quise objetarle que no era un niño, pero ella solo alzó un dedo y me respondió que con la boca llena no se hablaba.

***

Las tensiones de ayer parecían haberse desvanecido por completo, al menos para ella. Lucía tan calmada y pacífica que por un instante quise estar en su lugar.

Luego del desayuno no pude evitar que se pusiera a limpiar como una loca. Quitando el polvo de todos lados, recogiendo y ordenando a su paso. Pese a mis protestas y argumentos no pude zanjar su empeño de dejar reluciente el departamento. Rex la seguía todas partes y se enredaba en sus piernas mientras caminaba.

-Gato traidor- pensé, yo solo recibía miradas desagradables y algún que otro arañazo cuando intentaba cargarlo, pero es como si ella hubiera nacido para agradarle a todo el mundo.

La atención de Beatrice se detuvo en el alféizar de la ventana. Donde una maceta descansaba.

-¿Y esas flores tan hermosas?- preguntó curiosa.

-Son azucenas, eran las favoritas de Jimmy- su rostro reflejaba desconcierto- mi mejor amigo- aclaré, ella asintió con algo de nostalgia.

-No deberías de....

-Si, ya se, no debería conservar todas esas cosas que me recuerdan tanto a él. Debo pasar página y...

-No, bobo- me interrumpió- iba a decir que no deberías dejarlas al sol tanto tiempo, puedes dañarlas.

Tomó la maceta con sus manos y la llevó a cocina, usando un pequeño vaso para regarlas un poco. Desde el sofá la miraba, estupefacto.

-¿Qué hay de malo en tener recuerdos?- continuó hablando- al fin y al cabo es lo que nos ayuda a no olvidar, eso no es un crimen, querer conservar a alguien no es pecado- dijo lanzándome la mirada más dulce del mundo.

Justo en ese instante lo supe.

-A ti quiero recordarte siempre- susurré.

-¿Qué dijiste?

-Nada, tienes toda la razón, solo divagaba en voz alta- en ese momento quise que congelar su sonrisa y guardarla junto a mis recuerdos más preciados- ¿puedes hacerme un favor?

La guié hasta el armario del pasillo y le indiqué que con cuidado tomara la caja que estaba en la parte superior. Con suma delicadeza la dejó en el suelo y la abrió. Allí estaban todas las fotos que tenía con Jimmy. Las que había escondido cuando su rostro se me hacía muy doloroso de ver. Pero ella me había hecho entender. ¿Por qué evitar recordar cuando no quiero olvidar?

Siguiendo mis indicaciones colocó los portarretratos en sus lugares. Tal y como estaban antes. Se veía realmente feliz de hacer esto por mi.

Tiempo después nos habíamos recostado en el sofá, cubiertos con mi manta tejida para resguardarnos del frío. Cuando el sueño le ganó la batalla y dejó caer su rostro en mi regazo no hice nada por apartarla. Contemplado su boca entreabierta, que dejaba escapar ligeras ráfagas de aliento, yo comencé a retener el mío.

Si llegaba a quererla...¿acaso la perdería a ella también?

***

FELIZ DÍA DE SAN VALENTÍN
🖤🖤🖤

EGOÍSTADonde viven las historias. Descúbrelo ahora