✨ESPECIAL #1✨

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Hola!!! Volví a aparecer justo cuando esta historia cumple su primer añito de llegar a Wattpad, así que decidí sacar algunas cositas que tenía pendientes, por lo que estaré subiendo algunos capítulos especiales para completar algunos cabos sueltos.

Estoy muy feliz de haber llegado hasta acá, y de contar con personas que realmente conectaron con esta historia. Hace exactamente un año estaba muerta de nervios y no sabía si subir o no el prólogo, pero lo hice, y sin dudas ha sido una de las mejores decisiones que he tomado.

Ahora... sin más... les dejo con el capítulo. Espero les guste tanto como a mí. 🖤🖤🖤🖤🖤🖤🖤



Jimmy:

¿Que tan estúpido sería enamorarte de tu mejor amigo? Mucho, lo sé. Estúpido y doloroso, al menos para mí. Te vi llegar aquel día y juro que en ese momento encontré la razón de mi vida: quererte, de todas las formas posibles.

Quizás el miedo fue el problema, o la demora, o yo. Pero esa tarde en que te llevaba tus flores favoritas y coincidí con Jean en el ascensor... supe que me habían ganado, por cobarde, por lento...

Era tan fácil amarte, Jimmy, tan fácil que parecía imposible no sucumbir ante ti. Honestamente sentí envidia de Joseph y de todos esos años en los que no estuviste en mi vida. El tiempo a tu lado fue corto, pero maravilloso.

Aún recuerdo nuestro primer encuentro, tan cliché y trillado que bien podría aparecer en el próximo best seller juvenil. Chocaste contra mí, lanzando mis cosas al suelo aquel primer día de clases. La universidad me engullía con sus grandes pasillos y puntales enormes, la gente se veía tan confiada y segura que por un instante no pude evitar pensar qué rayos estaba haciendo allí. Me sonreíste a modo de disculpa, y ese dientecito torcido, tan imperfectamente perfecto me aceleró el corazón. Si te soy honesto pensaba mandarte a la mierda, pero tu sonrisa me descolocó al instante. Dijiste algo de que ibas tarde y no se qué -no estaba prestando atención- para luego marcharte. Yo me quedé embobado, al final quien llegó tarde fui yo, que permanecí agachado en el suelo mientras te veía desaparecer por el pasillo.

Días después te sentaste a mi lado a la hora del almuerzo, tuve que pestañear dos veces para asegurarme de que no era una especie de ilusión óptica. Junto a ti venía un chico flacucho y saltarín que rapeaba una vieja canción que yo conocía bien, lo presentaste como tu hermano Seph. Congeniamos al momento, a pesar de mis tartamudeos y mi aprehensión a relacionarme con todos. Nunca me había puesto nervioso por un chico, hasta que llegaste tú.

Fuiste recolectando por todas partes de la universidad a las más increíbles personas que alguna vez conocí. Ciertamente teníamos poco en común. Danza, literatura, música y artes plásticas se mimetizaron en una sola mesa. Pero de alguna extraña forma congeniamos perfectamente, como si hubiéramos estado predestinados a conocernos.

De pronto ya éramos una familia, y eso te encantaba, odiabas sentirte solo.

Podía pasar horas y horas escuchándote hablar de todos esos planes que tenías para el futuro, de tus ideas peculiares, de libros tristes (pero a la vez hermosos) y de lo lindo que se veía el sol por las mañanas. También disfrutaba de esos silencios en la azotea del edificio, donde dejabas caer tu pequeña mano sutilmente junto a la mía, que se veía enorme y tosca. Tú tenías manos de bebé.

A veces también acariciabas mi pelo mientras mirábamos las nubes, y decías que era suave como el de un felino, incluso tomaste la costumbre de compararme con uno, decías que yo era como un gran gato de terciopelo blanco.

El día de mi cumpleaños número veinte me besaste, fue corto, fugaz. Cuando quise reaccionar ya te habías marchado sonrojado hacia donde estaban los otros. Estabas tan borracho que al otro día no te acordabas de nada, eso me dolió bastante, pero tampoco dije nada. ¿Habría cambiado algo? Ya es tarde para pensar en eso.

Tú te enamoraste, pero no de mí; yo volví a besar, pero no a nadie que amara.

Así que estuve ahí, siempre dispuesto a todo y con miedo de decir o hacer algo mal y que te alejaras de mí.  Por eso me convertí en tu amigo, para al menos de esa forma tenerte en mi vida. Creía en ocasiones que sería algo pasajero, pero lo único que ha pasado ha sido el tiempo, que se volvió más tortuoso desde que te fuiste.

Me haces mucha falta, aunque nunca se lo diga a nadie. Me he dado cuenta de que me falta valor para muchas cosas, muchísimas.

Soy un cobarde, lo admito, por eso aprovecho esta carta que nadie va a leer jamás para decírtelo, para ver si sacándolo de mi pecho puedo alguna vez volver a respirar tranquilo, ¿acaso eres tú mi aire? Es probable. Si de algo estoy seguro es de que el piano fue mi primer amor, tú fuiste el segundo, y no creo que haya un tercero.

Te amo Jimmy, como no te imaginas. Quiero quedarme con el pensamiento de que tú también lo hiciste en algún momento.

Te extraña siempre, Gus.

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